007.

821 65 10
                                    

Las ropas que cubrían sus cuerpos humanos se hicieron pedazos en segundos al cambiar de forma. Los músculos de ambos se contrajeron para adaptarse a su segunda apariencia, asimismo como los colmillos y garras surgían para un mayor daño en batalla. Para Jungkook, esta pelea no era nada más que el final. Eunwoo podría haber sido alguien de su familia, pero ya no más. Su vista estaba cegada por la ira y venganza. Dentro de su mente la razón se perdía cada vez más.

Uno de los grandes problemas de su linaje puro, era su comportamiento destructivo. Algunos podían manejarlo, otros no. Si bien los licántropos ya eran una especie temperamental, extremadamente territorial y todo menos apacible, para él era cinco veces peor controlar ese tipo de emociones. El vínculo lo domesticó, pero todo cambiaba si alguien osaba a lastimar a su pareja de alguna u otra forma, justo como lo había hecho Eunwoo. Y eso nunca se lo perdonaría. Incluso si el abuelo lo expulsaba de la manada y lo odiaba para toda la vida.

Y aunque mantener a la familia unida era importante, Rosé se había convertido en su prioridad. Ocupaba la mayor parte de sus pensamientos y su corazón le pertenecía. La posesividad y el sentido protector como su pareja estaban alertas y listos para atacar. Su animal interior deseaba la sangre del imbécil que tuvo el valor de herirla y le arrancaría la cabeza. Nadie tocaba a Rosé. Nadie.

Hacía años que Eunwoo no tomaba su forma lobuna, por lo que la energía acumulada brotaba de su forma bestial. Odiaba ser un hibrido. La forma humana dentro de él era más fuerte que la lobuna. Era más humano que licántropo. Y lo detestaba.

La diferencia de los demás yacía en su naturaleza. La mayoría de los lobos tenían la capacidad de convertirse en humanos, por lo que su parte animal era la que regia en su cuerpo, aun conservando ciertas características humanas. Él en cambio, al ser hijo de la mezcla de un humano y un licántropo, lo convertía en un espécimen único, y más débil. Comúnmente en este tipo de uniones, los genes humanos terminaban ganando.

Siempre se sintió inferior a todos los demás. Mientras otros se dejaban llevar por su instinto, él tenía que pensar en cómo actuar. Otros vivían su vida plena disfrutando lo que eran, pero él no pertenecía ahí. Era más humano que licántropo. Era diferente.

Con el tiempo, se convenció de que solo la diferencia estaba dentro de su cabeza. Obligo a su cuerpo a ser como los demás lobos. Ganó la fuerza necesaria para enfrentarse a los otros y asegurar su puesto como el siguiente líder de la manada. Obtuvo el respeto que necesitaba para salir adelante y no ser la sombra de su padre: Gong Yoo.


A decir verdad, nunca lo odio o le guardo rencor por su condición, ni tampoco a su madre humana. Mucho menos a ella, la que tanto amor le había dado. Con Gong Yoo, las cosas cambiaron el día en el que decidió llevar a aquel cachorro a la manada y adoptarlo como su hijo.

No le molesto. Jungkook era solo un pequeño cachorro en aquel entonces, mientras él ya tenía la edad madura para comprender las acciones de su padre. La mayoría de los miembros en la manada negaron al pequeño Jungkook en un principio. Percibieron la amenaza de su linaje gracias al instinto que poseían, Eunwoo era menos consiente en este aspecto, por lo que su parte animal no se percató de la advertencia.


Lo comenzó a notar a medida que Jungkook crecía. Estaba consciente de la manada la cual había pertenecido, solo que el poder que amonaba en su cuerpo tomaba más fuerza de la que debería. Y así se convirtió en un zagal.

Solo con quince años, Jeon Jungkook ya derrotaba a los lobos más tenaces de la manada, incluso a los más viejos. El potencial en Jungkook era visto por todos, y aseguraba que también por su padre.

Pronto, los rumores sobre el siguiente líder se inclinaban más hacia alguien que no era él. Las misiones que Gong Yoo solía darle a Eunwoo comenzaron a ser para Jungkook. Poco a poco fue perdiendo el lugar que con tanto esfuerzo se había ganado, solo por un idiota que llegó de la nada y que no era nadie. Y eso fue justamente lo que intento demostrar. Que el imbécil de Jungkook no era nadie en su manada, algo que obviamente no salió como esperaba. ¿Qué ganó con eso? Solo la vergüenza de ser un híbrido remplazado por una raza pura y superior que ni siquiera era su familia.

Una feroz condenación |RoseKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora