Homo/Transphobia

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El primogénito del rey de Paradise y heredero de ese reino podía observar con claridad los destellos de las velas palpitar candentes sobre los cabellos oscuros de su amado, quien, sentado a su derecha, deleitaba con recato y modestia un plato de alguna exquisita pasta acompañada de los vegetales cuidados y cultivados en el huerto del propio palacio.

El rey se hubiera puesto fúrico de haber visto sus finas hortalizas deshacerse en la boca del despreciable consejero —y amante, para su desgracia—, de su hijo; me atrevo a decir que incluso más que hace dos noches, cuando los encontró tomados de las manos mientras revisaban unos documentos sin importancia.

—¿Aún duele? —pregunta Levi, señalando su propio ojo para hacer alusión al moretón que tenía Erwin, quien parecía perder la vista en los enormes ventanales que eran golpeados incesantemente por la tormenta que acechaba fuera.

—Un poco, —dice Erwin regresando la mirada al plato para cortar su carne— por favor, no me recuerdes ese suceso.

Levi se disculpa y Erwin voltea tranquilamente a verlo.

—No te excuses, tú no tuviste la culpa.

—Pero pude haberme dado cuenta cuando tu padre llegó y no nos hubiera encontrado en esa situación —Levi ,molesto por el recuerdo, golpea la mesa con sus cubiertos.

—Exacto, el error fue de mi padre, no tuyo.
—Erwin se levantó de su silla para acercarse a la de Levi—, así que no te culpes más, por favor.

Erwin se agachó para tomarle la mano a su amado.

—¿Qué haces?

—¿Quieres bailar una última vez? Antes de que termines tu vino.

Levi le da un vistazo a su copa teñida de rojo en el fondo y manchada de un verde sutil que se reflejaba en el borde.

—¿Y si llega tu padre antes de que haga efecto?

—La tormenta lo retrasará, tenemos tiempo de sobra —dice para después besar suavemente el dorso de su mano— ¿aceptas?

Levi asiente y se pone de pie. Erwin lo guía hacia al lado de la mesa, donde hay un enorme espacio vacío.

La melodía que sale del tocadiscos acaricia los oídos de ambos, y con una suavidad jamás expresada, Erwin pone su mano sobra la cintura de su amante, haciendo que ambos se muevan con extrema delicadeza mientras dan vueltas alrededor del comedor.

Sus miradas se encuentran, los azules se pierden entre los grises de Levi, deseando que ese momento se congelara, pero siendo condenados a que ese efímero recuerdo se perdiera en la calidez de la mañana siguiente.

Cuando la canción termina, Erwin lleva nuevamente a Levi hacia su asiento para que termine de beberse el vino.

—El veneno lo hizo un poco amargo ¿no te parece?

—Creo que sí, —El joven amo mira a su amante con calidez mientras le dedica una sonrisa melancólica antes de volver a hablar— aun así, pienso que es disfrutable todavía.

—No lo voy a negar —dice Levi antes de empinarse la copa para terminarse el vino.

Al final de la noche, sobre el lecho del mayor, entre sabanas blancas y cojines de colores petulantes, sus caricias rebasaban sus pechos y la excitación y deseo fluía tanto que, si no hubiera sido por la época, por la sociedad, por su padre, ¡todo!, si no hubiera sido por todo… eso se hubiera convertido en un rito diario y no en un solo mustio encuentro.

Se besaron hasta que les dolió el alma y no pudieron seguir, se abrazaron hasta que las extremidades no les respondieron y sus caricias no pararon hasta que el fino verde olivo penetró tanto sus entrañas que casi les impedía llegar al éxtasis.

Aun así, a pesar de aquel marchito regocijo, esas dos sonrisas permanecieron tatuadas en ambos hasta el último de sus suspiros.
Y fue así, desnudos e inertes, que el padre de Erwin los encontró al pie del alba, y él, incapaz de controlar su incomodidad y furia, le pidió al doctor que le anuncio aquel desagradable suceso, que callará lo que entre los muros del palacio ya se rumoreaba desde hace meses.

—¿Qué me está pidiendo que haga? —responde el médico.

—¡Qué diga que este maldito lo mató!, —dice mientras patea ligeramente el estómago de Levi, como si el simple acto de tocarle fuera impuro para su sangre real— y que luego sintió pena y se suicidó, o alguna cosa parecida —se acerca hacia el médico y le apunta con el índice, amenazándole—si me enteró que se divulga la noticia de un suicidio doble entre estos dos enfermos, no dude que haré lo posible por desgraciar a su familia.

El médico, sabiendo que, si era capaz de insultar a su hijo recién fallecido, el rey podría llegar a hacerle algo peor a gente que ni siquiera conocía, entonces salió atemorizado, acatando las órdenes del gobernante de su tierra.

¿El heredero del reino de Paradise muriendo por una aventura? Si hubiera sido solo eso y no un amorío infructuoso, quisa habría pensado en solo desterrar al consejero para alejarlo de su hijo, pero…un acto tan vil como el de morir por el amor de un varón era simplemente una idea inconcebible para el monarca.

“Por favor padre, no culpes a Levi de mi muerte.”

Se declama en una carta que Erwin ha dejado sobre el escritorio de su padre…

“Esta idea fue mía y solo mía, él la aceptó sin vacilar, así que espero hagas lo mismo. Si me quisiste por lo menos un poco, confiaré en qué no reprenderás a su familia

…lástima que el rey la lanzó a las abrazadoras llamas de la chimenea del salón antes de siquiera abrirla.

—Llamen a la policía militar, y que se dirijan prontamente a casa de los Ackerman.
Nadie preguntó, pues todos sabían el terrible destino que le aquejaría a aquella familia.

Si tan solo los encuentros hubieran sido secretos, si se hubieran quedado en las oscuras sombras de las cortinas del palacio, o si tan solo no se hubieran enamorado… el destino hubiera jugado a su favor, pero ¿por qué? ¿Por qué morir era la única opción para a entrara una fantasía tan anhelada para esas dos almas? ¿Por qué debían abandonarse para quererse sin tapujos?

¿Por qué morir era más fácil que luchar?

Angstruary [Eruri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora