Capítulo 8.

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20 de Enero.

Viernes.

17:51 p.m.

Los Ángeles.

Casa de Lilith.

Lilith Brown.

Me desperté después de tener un sueño no muy sano con Perséfone junto con Hefesto, podía sentir mi humedad entre mis piernas, necesitaba un baño de agua fría. Cuando me estaba dirigiendo al baño vi mis auriculares y mis zapatillas de corre, ahí recordé que no había vuelto a correr desde que llegue aquí, así que decidí aprovechar que aun no anochecía para poder ir a correr. Me cambie y me dirigí a la entrada para poder estirar un poco, cuando termine me puse los auriculares y empecé a correr hacia el centro del bosque.

[...]

18:58 p.m.

Carajo.

Creo que me perdí, había corrido como una hora pero cuando decidí volver no encontraba el maldito camino.

Me perdí, definitivamente.

Solo podía ver todo un bosque oscuro, ya que había anochecido, también pude identificar unas luces pasando cada tanto. Seguramente me encontraba cerca de la carretera. Pude divisar unas casas hace un rato, por lo que intente pedir ayuda a la gente que supuestamente vivía ahí, pero me lleve una sorpresa al ver que nadie habitaba esas casas. Decidí seguir con mi caminata a ver si encontraba mi casa o alguna persona que me ayude a llegar.

Me maldije internamente millones de veces por haber decidido salir a correr a estas horas, pero deje de hacerlo cuando escuche varias voces caminando cerca de mi, sentía una voces muy familiares y otras no, eran voces varoniles y femeninas.

Decidí acercarme a ver a quienes pertenecían esas voces que parecían hacerme mojar con tan solo oírlas y que me resultaban conocidas. Me escondí detrás de un árbol para ver como caminaban en dirección a una cabaña que no se encontraba muy lejos, solo a unos metros, podía verla incluso desde aquí.

-Más rápido, Amón.-reconocí esa voz a la perfección. Era mi Eros.

-Ya voy imbécil, dame tiempo que los idiotas pesan.-dijo Amón.

Esperen. ¿Cómo que "los idiotas" pesan?. ¿Qué están haciendo, hermanos Smith?.

Pude distinguir 4 figuras grandes y fornidas, y estoy segura que dos de ellas son Amón y Eros. Iban con linternas, uno arrastraba algo en una bolsa negra que pesaba haciendo que las hojas secas que había en el suelo crujieran también llevaba otra bolsa en su hombro, dos de ellos llevaban una bolsa en su hombro junto con una linterna en la mano y la última figura tenia también una bolsa negra en su espalda que parecía pesada.

-Apúrense, ya casi llegamos a la cabaña.-dijo una voz que también reconocí a la perfección. Era Osiris.

-Yo creo que debemos enterrarlos enteros y no descuartizarlos, así no hay olor a sangre y los animales no huelen la sangre y no desentierran los cuerpos buscando comida.-dijo una voz que en verdad me sorprendió. Era mi Zeus. Él siendo algo tímido, y que este hablando de descuartizar y de sangre me confunde.

-¿Qué esta pasando, mi Zeus?. ¿Me equivoque contigo?- pensé.

-Por eso tenemos el carbón y el azufre en la cabaña, absorbe el olor a muerto y el de la sangre.-dijo la última voz que también la reconocí. Era mi Osiris.

-¿Mataron a alguien o que carajos?-susurre. Parece que me escucharon por que voltearon a donde me encontraba yo.

Carajo. Me escondí detrás del árbol a tiempo así que supongo que no me vieron.

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