- ¡Tranquilo Naruto, todavía no están listas! -
-¡¡Pero Seraaa, tengo hambre!!!-
-¡¡O te callas o no comes!!!-
Terminando con sus quejas, el muchacho extranjero se sentó sin queja alguna temiendo poder quedarse sin la comida mas importante del día por molestar a la muchacha morena. Golpeteando con la punta de sus dedos la mesa en forma de distracción para poder olvidar la sensación de hambre. Lo único que obtuvo fue la marca de una cuchara de acero en su rostro.
-Sigue molestando y te juro que te mando a la Merda.- Dando su ultima advertencia, Sera jalo de la camiseta al Uzumaki a la cocina junto a ella, poniendo los platos en la mesa. Empezó a servirle al niño pelirrubio a falta de la presencia de su padre.
Era mejor desayunar con el trouxa a desayunar sola.
Pasándole su plato de comida, su mirada se lleno de orgullo al notar la mirada llena de emoción del Uzumaki al ver el desayuno que preparo para los dos, unos huevos, un poco de carne y creatividad fueron los ingredientes necesarios para su obra maestra.
-Ahora no te lo comas rápido, déjalo enfri..- Viendo que su advertencia fue ignorada por el trouxa, empezó a reírse al ver como Naruto se revolcaba en el piso dando vueltas sin parar quejándose del dolor en su lengua. El se lo busco por no hacerle caso.
Aunque...
-Mi desayuno....-Levantándose lentamente del piso, apoyo su antebrazo en el filo de la mesa mientras derramaba lagrimas de cocodrilos mirando el resto de su comida desperdiciada en el suelo. Buscando calmar el ardor en su boca, tomo rápidamente el jugo de Naranjas que no fue derramado.
Porque este tipo de cosas siempre le sucedían.
-Si que eres un idiota, pero tienes que comer –levantando la mirada hacia la hija de Roberto, se sorprendió cuando miro a Sera enfrente suyo con su comida en una mano mientras que con la otra le ofrecía una cucharada de su desayuno.
-Mm... ¿Sera?-
-So..lo come, o quieres quedarte de hambre..- Tratando de ocultar el leve polvo rosado en sus mejillas, volteo hacia otra dirección cuando Naruto empezó a comer de su mano. Ofreciéndole otra ración, esta vez solo miro como el muchacho rubio comía de sus manos sin objeción alguna.