Capítulo 19

264 36 4
                                    

Miércoles, 26 de agosto

Puesto que Lisa y yo habíamos reconocido que estábamos recibiendo mensajes amenazadores, decidimos que sería buena idea registrar la habitación de Jisoo por si hubiera estado recibiendo amenazas antes de morir.

No teníamos acceso a la casa de Rosé, pero, en caso de descubrir algo
sospechoso en la habitación de Jisoo, encontraría la manera de acceder a ella.

—No entiendo nada —le dije por teléfono a Lisa mientras miraba el
techo de mi habitación.

Mis padres estaban abajo. No aguantaba tenerlos constantemente
preguntándome si estaba bien. No lo estaba, y tener que aparentar lo contrario resultaba agotador.

—La verdad es que no te enteras de nada. No protestes; nadie entiende
nada.

Ignoré el comentario, en parte porque no tenía ganas de perder el tiempo
discutiendo con ella y en parte porque no lo había dicho para hacerme sentir como una tonta.

—Si Jisoo y Rosé hubieran estado recibiendo algún tipo de acoso
antes de morir, ¿por qué ella no me comentó nada? Es una posibilidad
remota, ¿verdad?

—Probablemente, pero sigue siendo un escenario que tendríamos que
considerar. A lo mejor averiguaron quién los estaba amenazando y por eso las mataron.

Sí, tenía sentido. Si Sana, Jin o Jungkook habían estado enviando
amenazas y Rosé y Jisoo habían descubierto quién de ellos era el autor, era más que probable que el acosador les hubiera querido cerrar la boca. A lo mejor conseguíamos encontrar alguna pista de esa persona en la habitación de Jisoo. Yo, por ejemplo, había conservado todos los mensajes que había
recibido.

—¿Así que tendríamos que encontrar algo que vinculara a Sana, a Jin o a Jungkook con las evidencias que podamos descubrir en la habitación de Jisoo? —dije, y conecté el altavoz del teléfono para no tener que sujetarlo.

—Pan comido, ¿verdad? —replicó Lisa con ironía.

—Tengo miedo, Lisa. Quien quiera que esté enviando estos mensajes
nos ha metido el miedo en el cuerpo para que no vayamos a enseñárselos a la policía. Ese mensaje que recibiste decía que me iban a matar.

La traición me quemaba como el ácido. Quien quiera que enviara ese
mensaje estaba demostrando que le daba igual a quién hacer daño, lo que lo convertía en alguien muy peligroso.

—¿Quieres que pase a recogerte? —sugirió Lisa.

—No, tranquila. Enseguida estoy ahí.

—Como quieras. Hasta ahora.

Me tumbé hacia un lado y corté la llamada. Cuando llegara a casa de Lisa me sentiría mejor. Estar a su lado me hacía sentir más segura. Era
grande y fuerte y sabía que jamás permitiría que me sucediera nada. Por mucho que la conociese desde hacía poco tiempo, confiaba en ella por encima de cualquiera de mis amigos. Era la única que me estaba ayudando.

Desconocía si Rosé y Jisoo ya estaban muertas cuando Lisa y yo subimos a la habitación, y estaba segura de que Lisa tampoco lo sabía.

Desde los asesinatos, salir a la calle me ponía muy nerviosa, y aquel día
no iba a ser una excepción. Me preparé y salí de casa cerrando de un portazo.
Las mujeres que se reunían para tricotar en el local social del ayuntamiento iban de camino a su encuentro semanal: cinco viejas criticonas que se pararon
para mirarme de arriba abajo.
Antes de los asesinatos se habrían quedado un rato charlando conmigo
para decirme que tendría que poner «un poco más de carne a esos huesos». Pero esta vez se limitaron a chismorrear por lo bajo entre ellas y a lanzarme miradas por el rabillo del ojo.

La cabaña - adaptación Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora