Capitulo 2

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Antonio llego corriendo a su casa y su tía Julieta estaba en la puerta esperándolo con migas en las manos, Dolores le había avisado, era usual que llegara a casa con animales heridos y avisara a Dolores en el camino, tenia que repetirlo muchas veces ya que ella oía muchas voces a la vez y debía concentrarse para entenderlo. Después de que el ave comió, se fue volando y Antonio corrió detrás de él riendo. lo perdió de vista unas casas mas adelante y se detuvo exhausto, se dio vuelta para volver a casa y ver los preparativos, se lanzo rápidamente detrás de un muro para ocultarse, el grupo de antes estaba jugando mas adelante, necesitaba volver a casa y ocultarse rápidamente.

Todos en casa estaban ocupados con los preparativos, exceptuando a una persona - Camilo se que no eres Julieta, solo salió por un segundo, no te comas sus cosas! - el joven volvió su cuerpo a la normalidad tomando un plato repleto de comida dispuesto a corren, si no fuera porque el suelo se levanto y lo hizo tropezar - la violencia no es la solución, lo saben ¿verdad? - el adolescente se levanto y sacudió su poncho saliendo de la cocina, para ayudar a su abuela.

Por otro lado, en un casa pequeña en la parte mas alejada del pueblo una disputa se estaba armando - ¿crees que soy millonario? perdiendo la ropa como si creciera en los malditos arboles - el hombre grande estaba gritando desde el sofá, mientras la chica escuchaba de pie y la cabeza gacha - que te quede claro, lo que rompes lo reparas y si se pierde lo buscas, ahora ve y termina con el huerto que debes ir a vender mañana, hoy el almuerzo fue un asco - Ana salió con su cesta y se dirigió al final del huerto, para cuando se dio cuenta ya había anochecido, el cansancio la abundaba pero la invitación de Antonio estaba en su mente, si volvía a entrar en casa y su padre estaba despierto no podría salir, además no tenia razones para entrar, no tenia ropa para cambiarse, se acerco a un arroyo cercano y se vio en el reflejo, su ropa estaba rota y su cabello atado de forma desordenada, su rostro lleno de tierra igual que las manos, se sentó en una piedra y lavo su rostro y manos, intento peinar su cabello en una trenza para no verse tan desaliñada, tomo una flor pequeña del pasto y la puso sobre su oreja - ¿se vera raro? - sabiendo que mas que eso no podía hacer se dirigió a la casa de Antonio nerviosa.

Se mi encantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora