Capítulo 2-Bueno, muchacho, ¿Qué vas a hacer ahora?

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-Bueno, pequeño, ¿Qué vas a hacer ahora?-

By Lucibell

El Muelle del Loto esta está ardiendo.

Hay humo y ceniza en sus ojos y una mano en su espalda que lo empuja hacia adelante incluso cuando tropieza. El laberinto de pasillos se ha vuelto desconocido, y cuando hace otro giro equivocado esa mano lo tira hacia atrás, empujándolo con fuerza en la dirección correcta. Jiang Cheng tose, dándose cuenta de que sus ojos han empezado a llorar, y no sabe si las lágrimas son por las llamas o la pena.

El Muelle del Loto está ardiendo, y sus padres y los de Wei Wuxian yacen muertos en el patio central. Oye el sonido del acero a su izquierda y se gira para ver el destello de la espada de Jingyi al chocar con la hoja de un soldado Wen. Vuelve a blandirla y la hoja atraviesa el cuello de aquel soldado, el rocío arterial golpea las escamas de la armadura de Jingyi junto al sonido del derrame sobre la tierra seca.

Sin volverse para mirarlo, Jingyi lo impulsa de nuevo, empujándolo por un sendero como si fueran en huida.

"¡Muévete!", le grita a Jiang Cheng al oído, y en la bruma de la pena y el pánico, Jiang Cheng se da cuenta de que es la primera vez en siete años que oye a Jingyi levantar la voz fuera de los llamados a las formas en los ejercicios de entrenamiento.

Se acercan a la orilla del muelle, donde una barca espera, con dos soldados Jiang ensangrentados preparándose para navegar. Jingyi empuja a Jiang Cheng a la barca y éste tropieza, lanzando las manos para sujetarse antes de caer de bruces en la cubierta. Los otros soldados se apresuran a empujar el barco desde el muelle mientras el sonido lejano de los pasos se acerca. Jiang Cheng se gira justo cuando el primer soldado empuja la pértiga para poner en marcha la barca y ve a Jingyi, con su armadura manchada de sangre y su cinta en la frente iluminada por un tenue resplandor dorado de sus palmas. Está susurrando, pero Jiang Cheng no puede distinguir las palabras. Se las arregla para ponerse de pie mientras ganan velocidad y la mariposa—una técnica Jin—levanta el vuelo.

Jiang Cheng observa cómo el brillo de la mariposa se funde con el parpadeo del Muelle del Loto. La zona central de su casa está completamente en llamas, y la oscuridad del muelle trasero intacto que tiene ante sí resulta inquietante en su relativa quietud. Observa cómo las llamas pasan de un edificio a otro, llevándose todo lo que ha conocido.

Se queda mirando, con el cuerpo demasiado pesado para estar de pie pero demasiado doloroso para moverse. Está herido—en alguna parte—pero no se molesta en preocuparse. El barco ya está en marcha, los soldados Jiang están más familiarizados con los lagos, los arroyos y los ríos de lo que lo estarían los Wen. Jingyi se acerca a él y le aprieta algo en la mano, usando ese agarre para empujarlo hacia atrás bajo la cubierta y hacia abajo en un asiento. Jingyi le suelta la mano lo suficiente como para arrodillarse frente a él, y Jiang Cheng por fin desvía la mirada de su casa hacia su mano.

Allí, en el centro de su palma, está Zidian, el arma espiritual de su madre. Al mirarla fijamente, Jiang Cheng se da cuenta de que no tomo a Sandu en la trifulca. Mira a Jingyi—Jingyi, que está cubierto de ceniza, barro y sangre, con el arco y el carcaj todavía en la espalda y la espada envainada en la cadera. Jiang Cheng busca frenéticamente sus ojos—esa maldita máscara sigue intacta— y sólo los encuentra cuando el barco gira, y los iris que normalmente considera de color miel brillan con el resplandor de mil soles, los fuegos del Muelle del Loto los iluminan como un faro que Jiang Cheng busca desesperadamente.

Jingyi se encuentra con su mirada. "Estás herido", dice, el tono bajo de su voz es un bálsamo para los nervios de Jiang Cheng.

Jiang Cheng asiente "No sé dónde", dice, con una voz áspera, rasgada, desconocida para sus propios oídos. Jingyi le presiona con fuerza el costado izquierdo y Jiang Cheng jadea: "Si—ahí, es ahi—" Jingyi mantiene la presión ahí, y Jiang Cheng mantiene los ojos fijos en los de Jingyi.

Surgir de las cenizas debajo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora