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5 años después
Reki termina de arreglar la corbata de su pronto esposo, riendo cuando el mayor juega con su cabello y lo distrae.
—¿No es de mala suerte que me veas antes de casarnos?
Langa niega, sujetando su cintura y besando sus labios de manera lenta, demostrando lo mucho que lo quiere. Hace que retroceda un poco hasta dejarlo apoyado sobre la mesa, tomándolo por los muslos y alzando su cuerpo para sentarlo.
—No pienses en eso, amor —murmura—. Pasamos una prueba difícil hace varios años, la vida ya no es cruel con nosotros.
Reki aferra sus manos al saco de Langa, ladeando la cabeza cuando el peliazul comienza a besar su cuello y sus dedos desbaratan la corbata, rozando los botones en cada toque.
—Langa, la ceremonia —jadea bajo, cerrando los ojos mientras disfruta del momento.
—Te necesito tanto, bebé —masculla en un gruñido, mordiendo sus clavículas poco resaltantes, sacando su lengua y lamiendo todo lo que encuentra a su paso—. Estas semanas sin ti fueron una tortura, verte desde lejos y no poder hacerte el amor.
Reki asiente dándole la razón.
Desde que anunciaron su compromiso cada persona cercana a ellos estuvo atormentándolos hasta con lo más mínimo. A penas podían verse, incluso dejaron de dormir juntos. Langa por temas de trabajo y Reki porque estaba ensimismado en los preparativos, esperando que todo salga como lo planean.
