CAPITULO PRIMERO.

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Los buenos modales, la educación, la elegancia, acompañado de belleza y pureza. Todo esto era Kim Min Hee, la adolescente modelo la institución Saint Claire.

Cuando caminaba por los pasillos del instituto saludaba a todos con un refinado "Buenos Días", espalda recta, caminar tranquilo sus libros al frente, su cabello rojo liso relucía ante el uniforme aburrido de color negro, sin duda Min Hee era respetada tanto por los alumnos como por los maestros.

—Señorita Kim, ¿leerá el día de hoy en la misa del medio día?

—Así es padre Anderson, ¿Necesita algo mas?

—¿Puede asistirme en el servicio de la tarde?

—Con gusto.

El padre agradeció con un pequeño gesto de su cabeza, Min Hee continuo su camino al salón de clases, cuando sintió que alguien caminaba a su lado.

—En verdad es un fastidio tener que hacer lo mismo todos los días, ¿No te aburres Minnie?

—Si me aburriera no lo haría Taehyung, ¿Estás listo para la exposición?

—Ya sabes que si, Los dos Kim de este instituto siempre serán los mejores estudiantes.

La sonrisa cuadrada del moreno se dibujo mientras seguían en su camino hacia el salón de clases, llevaban el mismo apellido, el mismo récord académico, pero no eran familiar y la oscuridad dominaba a uno de ellos.

—Siga rezando padre, no pare.

Los labios temblorosos del clérigo empezaron a recitar palabras en latín.

—Panem Nostrum cotidianum da no las hodie...—Senti presión en su miembro bastante fuerte con la boca de la joven, que succionaba sin piedad

—¡MAS FUERTE!

Tumbó al padre en el suelo y se sentó sobre su miembro, comenzándose a mover de arriba abajo rebotando en un ritmo veloz, mientras amasaba sus senos totalmente excitada por el rezo del mayor.

—Et..et..dimitte nobis...

No pudo continuar porque sintió una punzada en su pecho, el aire le comenzó a faltar.

—Si, eso, así padre —Una sonrisa macabra se dibujo en el rostro de la joven mientras el clérigo se empezaba ahogar por la falta de aire. Ella no se dejó de mover porque al escapar el último aliento del padre, la chica pelirroja llegó a su orgasmo.

—Mi alma fue purificada de nuevo gracias a usted padre Anderson.

Kim Min Hee se recostó en el cuerpo inerte del clérigo, acarició la barbilla de éste.

—Por su culpa me desvelé y mañana tengo un examen, no es propio de una señorita, deberé rezar algo antes de dormir.

—Por su culpa me desvelé y mañana tengo un examen, no es propio de una señorita, deberé rezar algo antes de dormir

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