CAPITULO NOVENO

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—Vete quitando la falda, deja preparo la inyección— Seokjin estaba en el cuarto de su hija como cada mes —¿Cómo vas con tus calificaciones?

—Bien padre —se quito la falda y la ropa interior acostándose en la cama boca abajo —gane el matetlon también.

—Esa es mi niña —se acercó con la jeringa preparada —en un mes tenemos el pic nic de la compañía para que estés lista, ahí estará el señor Kim —inyecta el líquido amarillento en el gluteo.

Después de inyectarla va al cajón de la pelirroja a buscar un frasco con unas pastillas, pero se encuentra con uno de los cráneos que conserva la joven

—¿Qué es esto Min Hee?

Se levanta aterrada de la cama mirando la cara de furia de su padre.

—Puedo explicarlo padre

Sintio una bofetada fuerte en su rostro, se mareo por lo intensa que fue.

—¿Por qué lo conservas? ¿Por qué está en tu cajón?

La tomo del cabello y le puso el cráneo en el rostro.

—Vas a tirar esto, eres estúpida, ¿Quién es?

—Es... un hombre con el que practiqué mis dosis padre.

—¿Segura no es el director? —ella nego asustada —esto puede hundirte.

—No volverá a pasar.

La soltó del cabello y comenzó a quitarse el cinturón.

—Se que no pasara de nuevo.

La pelirroja se quito la camisa y el sostén quedando totalmente desnuda, aguantándose las ganas de llorar.

—Terminara con dos oraciones.

Min Hee se hinca frente a su cama juntando sus manos empezando a rezar, siente el primer golpe del cinturón en la espalda y se arquea de dolor, pero no deja de citar la oración, aprieta sus manos al frente en cada golpe.

—Mas fuerte, que dios escuché tus plegarias por hacer algo incorrecto.

Uno tras otro los golpes dejaban marcas rojas que desgarraron la piel de apoco, haciendo que las punzadas fueran insoportables pero sabía que si lloraba su padre no se detendría.

Termino de rezar y su padre se detuvo.

—No salgas hasta que me vaya no quiero verte ahora, no me vuelvas a fallar Min Hee.

En cuanto su padre salió de la habitación se paró pero las piernas le temblaban, recogió la caja de la inyección anticonceptiva y se fue a dar una ducha para limpiar la sangre de su espalda.

Tenía una cita de estudio con Tae así que no podía darse el lujo de faltar, aún con el dolor constante en su espalda asistió a la biblioteca.

—Minnie, ¿Ya se fue tu papá? —ella asiente —siento algo de envidia, el viene cada mes a verte, los míos solo vienen cuando se tiene que presumir.

—Mi padre siempre ha sido muy unido a mi, desde que murió mamá solo se ha dedicado a cuidarme.

—Te veo algo pálida, ¿Te sientes bien?

—Solo es un poco de cansancio —cuando Tae se acerca a tocar su frente no puede evitar llorar.

—Minnie ¿Qué tienes? —La abraza y se estremece por el dolor de su espalda —háblame Minnie.

—Solo...—hipea— ¿Puedo llorar?

—Todo lo que quieras, no se que te pasa pero aquí estoy para ti.

Se hunde en el cuello del moreno comenzando a llorar sin parar.

 





 

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