CAPITULO SÉPTIMO

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La habitación  estaba adornada por luces rojas, las velas con olor a vainilla dominaban los sentidos, los sonidos de los besos húmedos y respiraciones agitadas era todo lo que se escuchaba.

Era así como un hombre disfrutaba de la atención de la pelirroja sobre de él, aunque sus manos estaban atadas a la cama, él confiaba en ella además de que la sensación de ser dominado por tan sensual joven era indescriptible.

—Sabes tan dulce— miró con deseo a Min Hee —amo tu cuerpo y la manera en que te mueves.

Empezó a toser un poco.

—¿De verdad? Creí que al enterarse de mi edad, ya no iba a querer jugar —se levantó de encima del hombre —se veía bastante sorprendido cuando le dije que tenía 16.

Min Hee vestía un lindo conjunto de lencería negra, que se ajustaba a la perfección a su cuerpo, el hombre la miraba sin pudor mientras está se acercaba a su tocador a sacar algo del cajón.

—Bueno —vuelve a toser —es que lo hicimos una vez sin saber tu edad, además luces bastante madura —se removió un poco al sentir la garganta seca.

—No debe mentir señor Langrid —camina hacia el hombre con el cráneo del padre Anderson en las manos —a dios no le gustan las mentiras —dejo el cráneo aun lado de la cama y amordazó a el hombre que empezaba a sudar —sabia mi edad desde un inicio.

Volvió a subirse en él, frotándose en su entrepierna, que aunque el hombre estaba algo mareado y extrañado por el cráneo a su lado, eso no le impidió tener una enorme erección, la cual Min Hee aprovecho para hacerse la panty aun lado e introducir el miembro caliente en su interior.

—mmmh.. usted si que sabía mi edad —se movió de arriba abajo —porque son el tipo de jóvenes que le gustan,  más chicas que usted.

El hombre empezó a ahogarse un poco con la mordaza, la pelirroja sonrió al ver que las venas del cuello del sujeto se empezaban a marcar.

—¿Lo ve padre Anderson? Ya calculé un poco mejor —se apoyo del pecho del hombre para empezar a moverse más rápido —Dios me ayudó a mejorar —gemia cada que sentía como el sujeto quería luchar por respirar —con usted me equivoqué de dosis y lo siento, murió muy rápido, pero con él, me tomé mi tiempo, ya no cometeré errores —seguía auto penetrándose —mirelo está muriendo y su erección no baja, ¿No es un pervertido? Le encanta abusar de niñas, estos dos meses, se acostó con varias, pero siempre fui su preferida.

La saliva espumosa salía por la mordaza, el hombre se comenzaba a ahogar, los ojos de Min Hee brillaban, no se dejaba de mover, tocó el pecho del hombre y cuando sintió que el corazón de este se detuvo tuvo el orgasmo que deseaba.

Se bajó del cuerpo y se acostó a su lado acariciando el rostro de ojos abiertos sin vida.

—Siempre le supe dulce, por eso no notó la diferencia está última semana, entre mi labial y el cianuro el sabor es similar.

Se gira para ver el cráneo en al lado de su cama.

—Usted me dijo que Dios me dio un don ¿Recuerda eso padre? Aprendo rápido, también ya no voy a tener tantos problemas con el cuerpo —tomo el cráneo y lo beso —mañana tendrá un nuevo amigo con usted, para que no se sienta solo en ese cajón.

Y fue así como se quedó dormida plácidamente abrazando el cráneo del padre Anderson, aún lado del cuerpo sobre su cama.

Y fue así como se quedó dormida plácidamente abrazando el cráneo del padre Anderson, aún lado del cuerpo sobre su cama

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