My Sputnik

five

-¿Donde estabas? Anoche llegaste y ni me saludaste-

-es que estaba cansada, llegué y fui a dormir simplemente-

-te estas volviendo floja y maleducada- sirvió el desayuno y retomó la charla nuevamente- y no pidas perdón porque con eso no se soluciona nada. No sabía que te pasaba, estaba muy preocupada por vos-

-no lo volveré a hacer, lo prometo-

-espero que no porque no te mandas sola y eso creo que lo tenes claro- soltó un suspiro- la próxima vez que quieras salir pedí permiso, esta la dejo pasar-

- está bien- la menor tomó sus cosas y fue rumbo a su escuela. Las calles estaban casi vacías, era una mañana tranquila. Tan tranquila que hasta podría quedarse dormida en el camino, debió dormir más temprano anoche.

La escuela tampoco estaba muy llena debido al clima de hoy, nadie querría dejar pasar una hermosa llovizna mañanera, perfecta para dormir. Y ella no era la excepción claro, pero prefería ir a la escuela a quedarse mucho tiempo en casa - además de que tampoco había muchas probabilidades de que le dejen hacerlo- la mañana pasó rápido, aunque fue bastante aburrida. Faltaba la presencia de ese carismático rubio que acostumbraba a alegrar sus días. El no solía faltar mucho, es decir, a veces faltaba un par de semanas pero cuando volvía a la escuela no faltaba ni un día. Suponían que era porque estaba enfermo -o al menos eso creían-

Durante toda esa semana no se presentó en la escuela. Maya le preguntó a uno de los profesores para llevarle los apuntes, aunque esto en realidad era solo una excusa para verlo unos minutos.