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Jennie sacaba ropa y más ropa de su valija y con sumo cuidado la ordenaba en su nuevo closet. Se sentía realmente contenta de haber aceptado acompañar a su padre al campo, no pensó que le iba a hacer tan bien. Lisa entró algo agitada a la habitación. Ella la miró extrañada.

—Al parecer hay problemas por allí —le contó y volvió a salir al balcón.
Jennie frunció el ceño y dejó las cosas para salir también. A lo lejos observó las caballerizas. Sonrió al recordar aquel lugar, luego iría a darle un vistazo.
Entonces divisó a TaeHee caminando con un muchacho que venía acompañado de un señor que lo llevaba casi colgado. Al parecer estaba herido o algo así.

—¿Habrá pasado algo malo? —preguntó ella. Lisa se encogió de hombros.

—No lo sé —dijo ella —Pero allá va tu padre en un caballo.

Jennie miró en la dirección que su amiga le había indicado y si, aquel hombre era su padre montado en un caballo. Al lado de él había otro hombre, no podía distinguirlo bien ya que se estaba alejando a toda velocidad.

—¿Qué habrá pasado? —inquirió la pelinegra.

—Podemos bajar a preguntarle a TaeHee —dijo Lisa contenta e ingresó de nuevo a la habitación.

Jennie se quedó unos segundo más, observando como su padre y aquel hombre se perdían en el horizonte. Por lo que sabía en aquella dirección quedaba la estancia de los Park. Tuvo que haber pasado algo malo para que su padre se fuera sin decirle nada. Soltó un suspiro y entró. Lisa ya estaba parada en la puerta.

—¿Qué te sucede? —dijo Jennie divertida.

—Vamos señorita chanel, necesito saber que pasó —dijo la rubia.

—Eres tan... chismosa
Salieron de la habitación y podría decirse que Lisa casi la hace correr por el pasillo hasta llegar a las escaleras. Bajaron a las risas, pareciendo dos niñas más que dos personas grandes.

Corrieron una carrera hasta la cocina y entraron rápidamente, se detuvieron al verlos a allí. TaeHee las miró algo sorprendida, y Jennie posó su mirada en el chico de cabellos rubios.

—¿Qué pasó, TaeHee? —preguntó Lisa mientras se acercaba un poco más a la mesa.

—Nada chicas, tranquilas —les dijo ella. Jennie seguía mirando al chico. Este también la miraba fijamente.

—¿Niña Jennie? —inquirió él.
Ella levantó la cabeza para encontrarse con el hombre de cabellos casi blancos. Lo observó bien, tratando de reconocerlo. Hasta lo que lo hizo.

—¿Sungki? —preguntó sin poder creerlo.
El viejo se quitó el sombrero y la miró como si ella fuera de mentira. Jennie se acercó sin dudarlo a él y lo abrazó. Aquel hombre era como un abuelo para ella, cuando era pequeña él era siempre el que le contaba las mejores historias de hadas y duendes que habitaban por allí. Era como si de a poco su niñez la envolviera. El anciano le devolvió el gesto con algo de inseguridad pero al final la abrazó.
Luego de unos segundos ella se alejó para mirarlo a la cara. El hombre tenía varias lágrimas en los ojos.

—Pensamos que se había olvidado de nosotros, niña —le dijo él.

—¿Olvidarme? —inquirió —¿Estás loco, Sungki? ¿Cómo iba a olvidarme yo de mi abuelito de campo?

—Estás más bonita de lo que recuerdo, mi niña —le dijo con ternura.
Jennie sonrió algo emocionada y giró para mirar a su amiga.

—Lisa, él es Sungki... es el trabajador más antiguo de estos campos, es como... el guardián.
La rubia se acercó a Sungki y le tendió la mano.

Can you please stay with me? -Taennie- (ADAPTACION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora