𝑙𝑒𝑡𝑡𝑒𝑟𝑠 𝑡𝑜 𝑗𝑢𝑙𝑖𝑒𝑡 ♡

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Si había algo que verdaderamente irritaba a Sanha eso era el terrible sonido de los bolígrafos ocultando y sacando la punta de manera violenta y nerviosa.
Aquel chico de último año al que le daba una hora de tutorías en medio de su almuerzo en el trabajo, era incapaz de concentrarse en su ejercicio de fracciones y lo más seguro era que se debiera a su ensordecedor ruido y no por los repartidores que entraban cada quince minutos para llevarse consigo las entregas a domicilio.

Bufó pesado de tan solo verlo. No iban a llegar muy lejos si no ponía un poco de su parte.

—¿Qué tal si te tomas un descanso? —sugirió y al instante pareció arrepentirse cuando el tipo se detuvo en lo alto, recogiendo sus cosas, arrojándolas a la mochila. —¿Qué haces?

—Tienes razón Yoon, necesito un descanso, me voy a casa y seguimos el lunes.

—¡Pero tú examen es el lunes!

Exclamó con obviedad, ojalá dejara de preocuparse como si fuera su asunto.

—Es San Valentín, Sanha, los profesores detienen actividades por el festival de las rosas.

—Pero este es el último año en el que puedes estudiar para los sat.

Faltan nueve meses para entonces.

Le miró con su sonrisa torcida que expresaba menos que burla pero si gracia y a Sanha no le gustaba. Estuvo cerca de detenerlo nuevamente, aferrándose a su bolígrafo rojo con el que remarcaba los errores del chico, pero este fue rápido al salir pronto por la puerta principal que se abría de igual forma dejando entrar a Cha Eunwoo, todo arreglado, sin rastros del uniforme escolar o algún indicio de ser un adolescente normal y no una celebridad.

—No me atreví.

Su mirada estaba inmersa en la preocupación y la duda. Llevaba las mejillas rojas y le veía inclinarse apenas un poco sobre su abdomen, recuperando el aliento, había corrido una maratón o eso parecía.

¿humm? —masculló en medio de sus pensamientos enredados como la hiedra.

Y es que Cha Eunwoo respiraba con los labios semi abiertos, jalando y peleando por oxígeno que inflaba su pecho, gotas cristalinas de sudor bajaban por su piel de porcelana y él se sentía cada vez más anonadado, con la garganta reseca. Estaba bien, el chico era bastante guapo y él no estaba ciego.

—Junmyeon. —la burbuja se rompió. —Fui hasta a su casa para dejarle el dvd, tal vez, si me lo pedía iba a quedarme con él, pero no lo hice, no pude ni tocar el timbre, me puse tan nervioso así que salí corriendo cuando abrió la puerta. Él no me vio pero yo si pude hacerlo y estaba con esa chica de su clase, ella estaba yéndose, con esa cara de inocente y la sonrisa coqueta, creo que estoy empezando a odiarla.

Sanha casi se echó a las carcajadas, en su lugar se rio bajito y negó lentamente. Eunwoo fruncía los labios y hablaba con pucheros dignos de un kindergardiano.

—¿Eunwoo? —le llamó con paciencia. —Por casualidad ¿A Junmyeon sólo le gustan las chicas?

—No tiene relevancia.

—¿Qué no tiene relevancia? —alzó la voz. —Si resulta que no le gustan los chicos ni Dios en persona va poder ayudarte.

Se le vio perturbado.

—Él jamás ha hablado conmigo sobre sus gustos, así que no lo sé, esperaba que al menos pudiera notarme, quiero una oportunidad, da igual todo eso de gustar de chicas, chicos, es patético, si te gusta alguien, te gusta.

El rubio analizó a profundidad era enternecedor, una situación que le reflejo a él mismo, cuando tenía trece años y se enamoró de su amigo heterosexual en la escuela elemental. Probablemente fue el momento más duro en su cortísima vida romántica, era una pena que Eunwoo estuviera a punto de sufrir su primera desilusión amorosa a causa de las etiquetas, justo ahora cuando probablemente las personas a su al rededor ya había superado esa etapa. No había nadie que pudiera entenderlo.

Flores, cartas y otras tonterías | 𝐄𝐔𝐍𝐒𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora