💫 Serendipia 💫

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«Pedazos de ti,

Incrustados en mí

Pedazos de mí,

Tirados en el camino»

Carnaval
Fernando Milagros

El avión aterriza, con un movimiento repentino que me provoca cosquillas en el estómago

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El avión aterriza, con un movimiento repentino que me provoca cosquillas en el estómago. Giro la cabeza y veo el horizonte cubierto por millones y millones de luces. Son tantas que hasta se pierden en el océano y me recuerdan la ciudad en la que acabo de entrar.

¡Me lo recuerdan otra vez, como si yo hubiera sido capaz de olvidarlo!

He vuelto a esta metrópolis luego de tanto tiempo, recuerdos y lágrimas.

He regresado a Tokio.

Bajo del avión, con la mente en el pasado y el cuerpo en el presente, funciono en piloto automático, y camino, y camino. No pienso en lo que estoy haciendo, solo recuerdo todo lo que hice durante estos años en los que no pisé suelo nipón. Camino y recojo mis maletas, camino y salgo del aeropuerto.

Camino y vuelvo a pisar las aceras de Tokio.

Me he pasado veinte años evitando Japón. Podrá sonar como una locura, pero eso es lo que he hecho. Me dediqué a recorrer cada continente y me instalé en cada país exótico que se me ocurrió. Batallé con los departamentos de inmigración para conseguir visas e instalarme legalmente en su territorio y cuando me harté de su gente, cultura y costumbres (y de mí mismo), renuncié a cualquiera que hubiera sido mi trabajo, guardé mis pocas cosas en una maleta y volé a otro lugar.

Siempre evitando Japón.

Paseé por las tierras frías de la Antártida, viviendo con militares y algunos pobladores en Villa las Estrellas. Cuando me aburrí del frío y de los pingüinos, tomé un avión a Marruecos y me instalé cerca del Sahara, donde me divertí en las dunas, bajo un sol ardiente y caminando sobre arenas amarillentas.

Llegó el día en el que los lugares exóticos y aislados dejaron de parecerme interesantes, tenía mucho tiempo para pensar, demasiados minutos del día sin nada que hacer, instantes en los que acababa recordando a aquel que tenía que olvidar. Así que cuando ese momento llegó, volé a Europa, específicamente a España y desde ahí recorrí cada país que pude y viví en cada ciudad que pude.

Sin embargo, luego de casi veinte años llevando una vida nómade que no me traería ningún tipo de estabilidad a futuro, decidí que era hora de volver a mi país natal. Me hallaba viviendo en Creta cuando mi mente recibió un pensamiento nuevo, uno que me llevó a añorar Japón. Extrañé la comida, las playas y los ojos rasgados de mis compatriotas.

Por primera vez extrañaba más cosas de Japón además de a él y su gato.

También estaba olvidando su rostro.

Mar | ShiItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora