🐱 Gato 🐱

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«Teach me to love just to let me go

I can't believe that I'm not enough

Not enough

And so long, no one will be here to save you

And no one will be here to let you know

This is your world»

Ew
Joji

Recuerdo la escena como si fuera una pieza de arte

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Recuerdo la escena como si fuera una pieza de arte. Una que no ha abandonado mi memoria en todos estos años, está arraigada a mi mente, grabada a fuego en mi corazón. Este momento es la representación perfecta de la verdadera esencia de Itachi, la que guardaba con recelo detrás de una careta seria y fría, pero que se desmoronaba ante la presencia de un orgulloso y delicado felino.

Cuando me detuve a su lado, me miró enseguida. Su cuello se giró en un instante, con un movimiento propio de los gatos. Sus ojos oscuros me miraron con lo que aparentaba ser calma e indiferencia, pero la transparencia de sus pupilas me dejó ver algo que se vislumbraba más allá de la seriedad.

En ese instante parecía que una tormenta se desataba detrás de la oscuridad calma. Había lluvia y había viento, un sentimiento relampagueante que no lograba descifrar. Sin embargo, la oscuridad de sus pupilas vidriosas me permitió reflejarme en ellas. Vi la soledad en la que yo mismo me obligué a hundirme en la búsqueda de un olvido que no era capaz de encontrar.

Supongo que al ver esos ojos me resigné a que jamás podría olvidar algo que formaba parte de mi existencia y de mi esencia como persona. Si dejaba atrás los recuerdos de Hokkaido, simplemente quedaba un cascarón sin alma y no quería convertirme en eso.

Lo miré y supe que él era el vestigio del pasado al que debía agarrarme. Apareció por mera casualidad y yo supe que el destino o mis padres lo habían puesto ahí para que no me perdiera.

Tenía que hablar con él, aunque su existencia no fuera más que una memoria diluida de todo lo que significaba la vida en la isla para mí.

Me conformé con eso para satisfacer mi súbito deseo.

¿Quién diría que con esa decisión tracé un futuro en el que, de una u otra manera, terminaba siempre enredado a él?

—¿Necesitas algo? —Fue Itachi quien habló primero, amable y cortés como lo recordaba. Me sorprendió notar que con el tiempo su voz se había teñido con un timbre más grave.

Me metí las manos en los bolsillos y miré al gato anaranjado, intentaba acercarse al sachet de pasta de atún, pero no se atrevía a dar más de dos pasos. Itachi dejó de mirarme al notar el movimiento del animal y estiró un poco más su mano, acercándole la delicia hasta los bigotes.

Mar | ShiItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora