I. R E F L E J O

7 4 0
                                    

Si gustas de escuchar música para ambientar tu lectura, en multimedia encontrarás una de mis canciones favoritas.

I. REFLEJO

El cortejo fúnebre avanzaba entre la fría niebla de aquella mañana de otoño. Erwin iba sosteniendo el ataúd, con los pensamientos vacíos pero su corazón rememorando las siniestras sensaciones de haberle encontrado muerto...

De haber besado sus labios amoratados y gritado su nombre al verle desprovisto de vida y sin aliento...

Y ahora, su bello Levi vestía gasas, encajes y terciopelos blancos tan puros como su alma, tan puros como su corazón y tan puro como su cuerpo virginal...

Levi había llegado a él puro, casto, virgen.

Había llegado a él la noche anterior, la noche de su boda. Y ahora Erwin lo entregaba a la tumba siendo Levi aún puro, casto y virgen...

Levi. Ese nombre maldito que repetía en sus sueños, y en sus pesadillas, que una vez más había nublado su mente.

Al regresar a su hogar, Erwin había vuelto también a los brazos de Levi... que se sentían mejor que el hogar...

"Quién quieras que seas, ¡por favor, apiádate de mí y él! ¡Deja que Levi descanse en paz!"


El Lexus negro y lujoso, que lo había recogido en el aeropuerto hacía unas horas, se movía demasiado sobre ese viejo camino de tierra que conducía al castillo de su familia. Y a su nada ordinario hogar. Podía ver la mirada del chófer sobre él, una mirada inquisidora en ojos viejos y cansados. Erwin volvió su mirada al camino fuera del Lexus, ahí por dónde se elevaban, casi se sintió asustado al ver qué no había más que dos carriles, uno de ida y otro de vuelta. Y que a su lado había un enorme precipicio. Prefirió revisar su Smartphone a seguir prestando atención a la llamada de los lobos en lo profundo del bosque.

Aunque a los aullidos los podía sentir como una parte de él, algo que ni él mismo podía definir pero que sabía que lo eran todo de él, también aquellos sonidos lo volvían débil... unos ojos grises aparecieron en su mente, ojos hechos de chispas tan veloces para recordarlos pero tan fuertes cómo para querer quedarse rememorándolos. Y en conjunto a la melancolía misma, la soledad y el canto de los lobos y los ojos grises ya eran parte del hogar de Erwin. Y Erwin llegaba a casa, comprendiendo en el fondo que tal vez su alma, su esencia, su existencia misma, nunca se habían marchado de ahí... ni se había alejado de él...

Al mirar al frente, una enorme mole de piedra casi negra, de torres, ventanales y capillas góticas, de gárgolas y puente levadizo; le recibían con sus siniestros brazos extendidos, tal vez para engullirle como en el pasado no pudieron lograrlo.

Su hogar nunca antes le había llenado de tanta dicha como aquella madrugada en que aún no salía la luz del sol pero él ya estaba ahí, sintiendo el calor que sólo el hogar da... Aún si su hogar fuese de fría piedra gris.


Era de madrugada cuando los criados dieron aviso de su llegada y bajaron el puente levadizo para permitirle pasar. La madrugada era fría, había neblina aún rodeando su andar, como si de algún modo el frío aire, suspendido sobre sus pies, pudiera hacerle presentir que algo horrendo le caería encima.

-¡Levanten el puente! ¡El señor ha llegado!

Erwin miró al cielo. Detuvo su andar. El frío sopló en su cara. Erwin había regresado de su exilio, porque ya no era el "Joven Amo", el joven soñador que su padre había dado la libertad de irse a cumplir su sueño sino pues ahora ya era el señor de todo cuanto su padre hubiese dejado en herencia. Erwin había regresado a casa por qué su padre había muerto ya; y la vida y muerte le habían llamado al deber.

Erwin miró a todos los nuevos y viejos empleados observarle con temor. Porqué le reconocían pero no cómo al niño bondadoso que se fue aquella tarde de primavera, hacía ya tantos años, sino que miraban al gran hombre de rostro amargo y voz profunda en el que se había convertido.

El mayordomo había llegado a él antes de entrar al castillo. Había dicho que le esperaban en el salón para que diese su último adiós a su padre, quién yacía en su ataúd, con una asombrosa calma en su pálido rostro arrugado. Y por primera vez, Erwin había visto la muerte y la había sentido golpearle en el silencio de su viejo hogar.

No podía definir la calma que lo envolvía, pues su padre era viejo cuando él se fue, ya le achacaban los años y había enfermado, su padre sufría más de lo que vivía. Se había marchado siendo ya anciano...

Y Erwin le extrañaba ya. Era su padre después de todo. Y a pesar de ser su único hijo, su padre nunca lo obligó a nada, le dió la libertad de escoger y trazar su futuro. Y su padre había dado la orden de no avisar de su muerte hasta que le hayan declarado muerto. Eso sería lo único que Erwin reprocharía a su padre...

Más ya estaba ahí. En su viejo hogar.

Cuando Erwin tomó la habitación de su padre, se sintió unido a él. La tristeza había hecho mella en él cuando escucho la noticia por teléfono, y durante su vuelo, había llorado. Y mucho. Ahora se sentía seco. Pero en paz. Y al mirar en su habitación, vio con amor cómo su padre había preparado todo para él y su llegada cuando la muerte hubiese venido.

En cajas, muy al fondo de la habitación limpia y ordenada, al lado de un enorme espejo, había materiales para sus muñecas.

Y en una repisa había un arlequín...

Un arlequín de mirada triste. Era el primer muñeco que Erwin había creado desde cero. Su pintura estaba desgastada y su ropa era frágil. Era su más amada creación y su padre la tomaba siempre entre sus temblorosas manos para recordarlo a él. Y Erwin se sentía bendecido de que su padre le amará de aquella manera.

-Regresé a casa y regresé a ti, Levi...

Erwin se miró en el enorme espejo. Y el reflejo lo atormentó.

Un pequeño muchachito estaba frente a él, con los ojos cubiertos con sanguinolentas gasas blancas. Con un bello albornoz de encajes y terciopelos sobre su piel pálida y blanca desnudez. Era tan pequeñito y hermoso; cómo niebla sobre un jardín... Pero un hueco enorme y sangrante se miraba en dónde debía ir su corazón... Y ese niño intentaba tocarlo, y alcanzarlo, a través del espejo, con sus pequeñas palmas sangrientas sobre el cristal, a leves intentos de llegar a él y temeroso por su atroz ceguera.

-Volví, Levi...

Y el niño en el reflejo abrió su boca. Y pareció gritar. Y de las vendas escurrieron lágrimas rojas. Y Erwin extendió su palma sobre la del niño...

-Y no me iré más...

"El reflejo en el espejo baila, canta y llora para mí...
Clama por su libertad.
Libertad que yo le he arrebatado..."

Palabras; 1166
Fecha; 10/febrero/2022
Última
modificación: 19/febrero/2022
Hora: 11:56 p.m.
Autora; LeviVicario

¡Hola! Espero les haya gustado el capítulo de ésta historia que va arrancando poco a poco...

Nos leemos después...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 02, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

En La Muerte Te He Encontrado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora