IV

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En cuanto se separaron el ángel vio a alguien y sonrio con complicidad hacía su casi hijo, él cual le dio un pulgar arriba. Hanagaki corrió en dirección a alguien y saltó provocando que el pobre demonio soltara sus papeles para así atrapar al ángel, las piernas del Hanagaki se enredaron el la cintura, sus brazos se colgaron en el cuello del azabache mientras esté lo sostenía de los muslos.

— Koko-Chan. — Lo llamo antes de darle un beso fuerte en la mejilla, Wakasa soltó a carcajear mientras alguien más en la habitación solo apretaba sus manos formando puños.

— Mitchy. — Lo saludo sonriendo molesto.  — Tiraste los presupuestos.

— Sabes que yo no los tire, fuiste tú. — Sonrió.

— Debí dejarte caer. — Hablo entre dientes, claro que el ángel no caería tenía alas pero Kokonoi tampoco iba a soltarlo.

— Tal vez pero te acusaría con Inupi.

Kokonoi solo bufo en respuesta, claro que no solto al ángel seguia sosteniendolo mientras discutían ó mejor dicho Hajime tenia una discusión unilateral mientras Takemichi solo se reía.  

Kokonoi Hajime era un demonio de la codicia, su trabajo era el de llevar las finanzas de todo el infierno; por su parte Inui Seishu era un ángel encargado de cuidar a las personas que sufrían desastres naturales. Se conocieron poco después de nacer, cuando ambos no tenían ni veinte años, durante una inundación, Seishu fue a ayudar gente mientras Kokonoi a ver cuanto podía ganar ayudando a las víctimas, claro a cambio de un precio, lo que causo curiosidad en Hajime fue que Inui nunca se metió en su trabajo y cuando le pregunto el porque este dijo.

"Se que buscas ganancias pero al menos ayudas, hay muchos que no harían eso, ya si firman contigo ó no es decisión de los humanos. "

La voz del ángel fue fría al decirlo, cosa que flechó a Kokonoi de inmedianto, llevaban años enamorados pero ninguno se había atrevido a dar el primer paso para salir de esa amistad, pero si tuvieron un hijo juntos, Takemichi era su hijo ó mejor dicho lo trataban como hijo.

Ambos eran cincuenta años mayor que Takemichi, por eso los trataba como hermanos pero la mayoría de veces como  padres, Inui tenía un instinto de mamá gallina sobreprotectora con él, mientras que Hajime le cumplía todos su caprichos sin importar cuanto gastaría. 

— Inupi no me da miedo. — Sonrió con suficiencia.

— ¿Enserio? Entonces no te importara que le cuente eso cuando vuelva del mundo humano ¿Qué te parece? — Los presentes aguantaron las ganas de reír.

— No. — Los ojos negros se desviaron hacía la derecha.

— ¿No? ¿No qué Koko-Chan? No te entiendo.

— No le digas a Inupi. 

Ahora si nadie pudo sostener la carcajada que tenían guardadas, Takemichi porfin soltó al pobre demonio, claro que Hanagaki también reía. Se despidio con la mano mientras iba a saludar a los demás.

— Emma. — Suavemente abrazo a la rubia.

— Mitchy — Ella estaba muy feliz de volver a verlo.

Emma Sano, una demonio reguladora, era encarcaga de cuidar que los demonios no se sobrepasaran cuando castigaban a un humano por su pecado.

— Draken. — Lo abrazo mientras el alto le revolvía el cabello.

Ken Ryuguji era un demonio encargado de castigar a aquellos que no podían cuidar a sus familias, aquellos que no valoraban lo mas sagrado como lo es la familia.

— ¿Cómo esta Anni? — Preguntó por su adorada sobrina.

— Esta bien, ya no llora cuando la vamos a bañar. — Dijo orgullosa la joven madre.

— Tienes que verla, su tío Mitchy no ha podido verla en meses y ella lo extraña. — Sonrio el padre de la bebé.

— Entonces no queda de otra que ir a verla. — Río suavemente, Emma y Draken eran de sus parejas favoritas, ambos ya estaban casados y tenían una pequeña bebé.

Se acerco al último presente en la habitación, el cual solo tomo aire nervioso, estaba listo para ser abrazado por el ángel en cualquier momento pero no fue así.

— Mikey. — Lo saludo el angel revolviendole el cabello rubio para después dar un paso atrás. 

— Mitchy. — Lo llamo tratando de ocultar su desgano, ¿Por qué él era el único que no recibía esos saludos emocionados?

— Bueno Sano Manjirō dime porque me acusas de meterme en tu trabajo. — Sonrió el ángel.

Claro casi olvida eso.    

Circunstancias | MiTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora