V

703 111 5
                                    

Advertencia se tocan temas sensibles.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

El "juicio" por así decirlo inicio sin problemas, todos ya estaban sentados esperando las razones de las acusaciones. Mikey estaba a la derecha mientras que Takemichi a la izquierda de la mesa, a sus lados estaban regados los demás invitados (claro que los Haitani estaban a ambos lados de sus hermanos).

— Hanagaki Takemichi te metiste con una de mis víctimas. — Dijo Manjirō porfin.

— ¿Sí? ¿Cuál? — La misma suave sonrisa seguía en sus labios.  

— Satsuki Mio, él debería ser castigado por suicidio, sin embargo tu intercediste por su alma, llevándolo así al cielo. — Entregó los papeles.

— Lo recuerdo, lo vigile toda su vida, fue violado por su padrastro toda su infancia y parte de su adolescencia, su madre se hacía la ciega ante el sufrimiento de su único hijo, al crecer sufrió acoso escolar, la única que lo defendía fue su abuela que murió a causa de una embolia cerebral, a sus catorce se había quedado solo. — El rostro de Takemichi mostraba arrepentimiento — Trate de ayudarlo pero ya no creía en la belleza del mundo, no pude hacer nada mas que interceder por su alma para ir al cielo y ser capaz de ver a su abuela de nuevo.

— Pudo buscar la belleza en el mundo humano, pero en su lugar eligió morir, debe ser castigado.

— No Mikey, estás equivocado, cuando alguien sufre tanto en tan poco tiempo se cansan de sufrir hasta llegar a ese punto, no puedo culparlo por hacer lo que hizo, pero me niego a aceptar que vaya al infierno donde solo estará rodeado de las personas de las que trato de huir en vida.  — Los ojos océano eran seguros.

— Eso fue lo que se busco al acabar con su vida.

— No.

— Lo hizo.

— ¡Suficiente! — Ordeno Shinichiro. 

— Después de oír sus alegatos he llegado a una decisión, Draken cuando sus padres lleguen al infierno deberam sufrir el doble, el alma de Satsuki Mio pertenece a Hanagaki Takemichi. — Sentencio el mayor de los Sano.

— Bien. — Mikey tenía una suave sonrisa dibujada en el rostro al igual que Takemichi.

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

— Sabes, siempre vienes aquí cuando algo no te sale como esperabas. — Takemichi cerro sus alas para sentarse junto a Manjirō.

— Me conoces muy bien Mitchy. — Respondió aún sin voltearlo a ver Mikey.

— Te conozco desde que naciste ¿Qué esperabas? — El ángel veía tranquilamente el paisaje.

— Cierto, olvide que eres trescientos años mayor que yo.

Takemichi río ante el comentario, pero no era mentirá, Manjirō si era trescientos años menor que él, razón por la cual todo se volvía aún más complicado. 

— Si, cuando naciste vine a verte del cielo, eras un bebé tan escandaloso, no importaba cuanto tratara de calmarte Shinichiro seguías llorando, entonces te cargue y me abrazaste, te quedaste dormido casi al instante, fue un día hermoso. — En esos tiempos todo parecía ser más facil para Takemichi y no complicado como lo era ahora, bueno tal vez no era tan complicado en verdad, sin embargo a él se le hacía tan difícil.

— Y desde entonces no te solte, tuviste que quedarte casi veinte años en el infierno a cuidarme. — La sonrisa de Mikey no llegaba a sus ojos. — Me visitabas cada cierta cantidad de meses pero hace doscientos años dejaste de hacerlo.

Takemichi sintio como su corazón se apretaba al ver la sonrisa de Mikey, una sonrisa careciente de total calidad, era tan triste que él ángel incluso pensó en llorar y confesar todo.

— Yo... — Se ahogó con las palabras, no sabía que decir.

— Está bien Mitchy, se que fue por la clase de demonio que soy, si fuera otro tipo tal vez no me odiarías tanto. — Los ojos onix se cerraron un segundo sin dejar de sonreír mientras el corazón de Takemichi se rompía. 

Sano Manjirō era un demonio penitenciario, era como los ángeles penitenciarios pero su trabajo solo era castigar a aquellos que elegían el suicidio, aquellos que valoraban la belleza en el mundo. Todas sus victimas habían sido personas que el ángel previsor no pudo salvar, humanos que perdieron la esperanza y se sumergieron en la desesperación, eran contrarios, mientras Takemichi nacío de la esperanza Mikey nacío de la desesperación.

Así es los ángeles y demonios nacían a base las emociones humanas, cuando los humanos buscaron esperanza nació Takemichi y cuando estaban hundidos en la desesperación nació Manjirō.

— ¡No! Estás equivocado. — El ángel se levanto con los ojos cristalizados — Mikey yo no te odio eso sería imposible. — Sonrió mientras pequeñas lágrimas se escapaban de sus ojos — ¿Cómo podría odiar a la persona que amo?

La pupilas de Mikey se dilataron, ¿Su ángel lo amaba?

— Manjirō yo te crié durante mucho tiempo, hace doscientos años me di cuenta que no sentía solo cariño familiar por ti, en ese momento tu eras un joven demonio y yo un viejo ángel. — Las lágrimas escapaban de los ojos océano — Te amo tanto que duele.

Manjirō se levanto y abrazo a su ángel.

— Mitchy te amo desde que tengo memoria, no, tal vez desde antes, eres mi razón de existir, odiaba castigar a cada una de las personas que intentabas salvar, pensé que no te merecía, que me odiabas. — Su rostro se escondio en el pecho del ángel.

— Yo nunca te odie, eso es imposible, se que no todos pueden ser salvados, sin embargo tu eres algo diferente, tu eres especial en todos los sentidos a los demás. — Sus brazos abrazaron con fuerza a Mikey. — Porque tú eres mío, eres mi egoísmo.

— Soy tuyo. — Respondió sonriendo sin despegarse ni un milímetro del ángel.

Circunstancias | MiTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora