—Iban a ser tragos, pero rebotaron la identificación falsa de Halcón.
—Oye, no hables de eso. Mis padres te siguen. —dice Halcón.
—Perdón, señores Moskowitz. Como sea, hasta la próxima, sin piedad, perras. —se despide y se sienta junto a Demetri.
—Me gustan las fiestas de triunfos. —dijo con un nacho con salsa en la mano, que se iba a comer, pero Halcón se lo arranchó.
—Sí, aunque no participaste del triunfo. —dice para luego comérselo. Leah rio y le dio la razón a su novio.
—Podría ser un festejo tardío por nuestro triunfo en el torneo de programación. ¿Recuerdas? —ambas chicas fruncieron el ceño— Demetri y Eli. Hermanos binarios. ——hace un baile. Las dos chicas rieron.
—Ya deja esas cosas de ñoño. —le dice Halcón.
—¿Y Miguel? La comida se enfría. —dice Leah. Todos miraron hacia al frente donde estaba él, sentado solo en una mesa.
Halcón y Leah fueron hasta él.
—El serpiente. —dice en español Halcón— Ahí estas. —se sientan a los costados de él.
—¿Así celebras el primer lugar en el campeonato? —le pregunta la chica.
—Me bloqueó.
—¿Qué haces si te bloquean? Contraatacas. Pero esta vez no le pegues. —Leah miró mal a Halcón y negó— ¿Muy pronto? Mira, no te des por vencido.
—No, lo arruiné, es imposible.
—Quizás, pueda cambiar de opinión.
—O no. Eres el campeón. Conquistarás a cualquier chica. Eres como Drake. —Leah suspiró agotada— Disfrútalo. —dijo para luego irse.
Leah sobó el hombro de Miguel.
—No sé si quiero ser Drake. —dice mirando a la chica.
—Descuida, no lo eres. —ambos chicos rieron— Estarás bien.
El chico acostó su cabeza en el brazo de su amiga, y la chica descanso su cabeza en la de él.
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—En una semana tendré mi licencia. Mamá me dará su Sentra. —dice halcón, cuando llegaron en unos patines al dojo— Le pintaré una raya azul, de punta a punta.
