❝呪い❞
▭ 𝓢𝓲 𝓺𝓾𝓲𝓮𝓻𝓮𝓼 𝓵𝓵𝓮𝓰𝓪𝓻 𝓵𝓮𝓳𝓸𝓼, 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓮𝓼 𝓱𝓪𝓬𝓮𝓻𝓵𝓸 𝓼𝓲 𝓽𝓮 𝓵𝓸 𝓹𝓻𝓸𝓹𝓸𝓷𝓮𝓼.
Granja de humanos, una cruda realidad ha sido descubierta y ahora los que les espera será peor. Entre los cuatro, lograrán escapar de...
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Peter Ratri había muerto.
—Emma, ¿qué harás después de todo esto? —preguntó la mujer que la crio.
—Niños ganado y criadoras, ¿pueden escucharme? —una voz a través de los túneles se logra escuchar— Los refuerzos están por llegar, más resistencia será inútil. Sean obedientes y entréguense. —una voz diferente aparece—¡N–no son refuerzos, son civiles! ¡Innumerables civiles han rodeado la granja!
—¿Civiles? ¿Qué significa eso? —la comunicación se cortó— ¿Qué está pasando?
Los jóvenes, junto con las hermanas fueron corriendo hacia lo que es la parte principal, justo donde estaba la puerta al otro mundo. Por uno de los pasillos, se logró ver a unos demonios los cuales sabían muy bien los jóvenes quienes eran, pero las hermanas no, así que por ello levantaron sus armas.
—¡Esperen! ¡Están de nuestro lado! —se atravesó Don— ¿Verdad, Mujika?
—Sí. ¿Se encuentran bien?
—¡Sí!
—¡Mujika, Sonju!
Casi todos los niños fueron a abrazar al par de demonios, dándoles la bienvenida, pero estos no venían solos, traían atrás suyo dos pequeñas de su misma raza.
—¿Por qué los civiles. . .? ¡Ellos deberían querer comer desesperadamente a los niños! No entiendo. . .
—No, nosotros no necesitamos más a los niños. —responde Sonju— Gracias a nuestra sangre.
—¿Sangre? —suelta Emma con esperanza— ¿Todos los civiles tienen el poder de la sangre malvada?
—Imposible.
—Gracias a ustedes. . . —comenzó a hablar tímida una de las pequeñas acompañantes— No volveremos a esas formas, y o comeremos más humanos.
—Me. . . Me alegro mucho. —los ojos de la antena se aguaron. Finalmente, todo había acabado— Estoy agradecida al venir a Grace Field. Pudimos encontrarnos con las mamás. —quitó las lágrimas de sus ojos, para mirar a su criadora con una firme sonrisa— Vayamos al mundo humano. Todos.
—¿Y la promesa?
—Digamos que. . . En lugar de una promesa, apareció un boleto de entrada. —la de hebras naranjas sacó de sus bolsillos un interruptor, que más bien es una placa— Con esto, todos nosotros podemos ir al mundo humano sin pagar nada a cambio.
—No. . . ¿Realmente podremos ir al mundo humano. . .?
