01 |My Dystopia| 01

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Primero el cielo se estaba quebrando en ranuras moradas y después, todo se hizo negro.

La extraña sensación dentro de su cuerpo siendo manipulado en contra de su voluntad lo volvió a recorrer y sucumbir como la primera vez que vino. Electrizante, lleno de vida, envolviendo su torrente sanguíneo en un espectáculo silencioso que lo hacía temblar ante lo más hermoso del misterio escondido detrás de lo que se pronuncia como un hechizo. Lo último que vio fue al otro Peter Parker sosteniendo su herida. Al Peter Parker que los miraba con experiencia y comprensión, que tenía la dignidad y la respuesta para haberse interpuesto en lo que pudo ser un fatídico final para el joven Spider-man que los llevó a ese universo. Herido, traicionado y cansado, no desistió, había sido bastante impresionante para él. Todo para poder desear con un fuerte abrazo a que los otros Peter Parker puedan seguir adelante con todos los obstáculos que se interpongan. Todo había terminado, por fin, en medio del más grande Armagedón.

No supo qué más hacer, sólo le envió una señal de paz y sonreír ante la perturbación del final, destruyendo océanos de pensamientos sin oleajes bravos. Simple y pura tranquilidad mientras los recuerdos caían en cascada, purgando todas las penas en un viento silencioso como el sufrimiento. Entonces, todo se redujo a extrañas transcurrencias. Fuerte, ligero, profundo, poderoso, liberador, opresor, no había forma definitiva para describir aquel sopor que lo envuelve mientras todas las teorías más descabelladas de la física cuántica se volvían realidad. Todo era real, simple y llanamente real. Más allá de la imaginación, más allá de cualquier mínima posibilidad ante el terrible destino que no se premedita jamás. Las sensaciones lo abrazan en un calmo reclamo en medio de la batalla. Viendo cómo todo se detenía, cómo es que siempre puede existir una respuesta y una salida para cualquier terror nocturno. Una nueva oportunidad, al final.

En un simple parpadeo todo se vuelve como el océano oscuro, profundo y bastante ensordecedor. La noche azul lo envuelve en cantos de viento que se vuelven seductores ante la distopía que recorre su entendimiento. Todo se terminó por esa noche. Todo terminó para él en ese universo. El suyo, su hogar, su propio Nueva York, le esperaba crucificando la crueldad que aguardaba latente en su letargo. Aguardando por él, adónde él pertenecía. Llenaba de escalofríos ante la belleza de lo más incomprensible que podía tener alcances más allá de la psique humana programada. Estará bien, eso suponía. Todo estará bien. Su cuerpo pierde la posibilidad de reaccionar ante el más fino de sus mandatos. Su sentido arácnido y su cabeza se desconectan por instantes donde no queda nada más.

Pueden transcurrir segundos, minutos, horas, días, semanas, años, no podría estar seguro. Simplemente ocurre y ya. Mientras vuelve a su propia realidad. A su propio universo. Puede comenzar a escucharlo, ¿puedes hacerlo tú también? Los carros andar, las pisadas mojadas después de la lluvia. De un lado a otro, permitiendo que lo cotidiano siga su curso en el más silencioso soplo de la existencia humana. Tenue, fuerte, sea como sea, lo podía sentir y era una sensación familiar. La vida nocturna cayendo en cascada dentro de sus sentidos afinados internos y externos. Poco a poco, el frío viento, húmedo, con olor a grava y a basura de un callejón reclaman su corazón. Recupera la sensación de peso sobre sus piernas, sobre la calle mientras su cuerpo se materializa después de todo lo ocurrido. Abre los ojos y aspira el aire hondamente. Como recuperar la respiración después de haber nadado por miles de millones de millas.

Mira a su alrededor.

Era el callejón donde él fue tomado por sorpresa por aquel hechizo. El callejón entre un condominio de departamentos y una lavandería en el barrio chino, a unas cuadras de su departamento. Donde dejó su mochila con su teléfono. Silencioso de gente, pero ruidoso por sus delgadas y descuidadas paredes. Llena de mensajes variados y coloridos, stickers, graffitis, contenedores de basura. Era familiar. Le daba esa sensación de cercanía y templanza. Lo reconocía. Podía reconocerlo con facilidad. Estaba en su Nueva York. Miró su cuerpo, miró a su alrededor y una risa ahogada salió de su boca al sentirse cercano y extrañamente feliz de estar de regreso. Se dirigió hacia uno de los contenedores de basura del final de la milla, donde escondió su mochila entre unas bolsas de basura llenas de plumas y telas de la lavandería. Rebuscó y encontró su cometido.

My Dystopia |SPIDEYPOOL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora