Capitulo 3: Comienzo

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Cuatro años después, un chico de 12 años caminaba por los pasillos buscando a su hermano. Reviso el patio, el comedor y le pregunto a los demás si lo habían visto pero nadie sabía dónde estaba o podría estar, solo quedaba un lugar, la biblioteca.
Desde que al orfanato le donaron varios libros, la Directora decidió hacer una pequeña biblioteca en uno de los cuartos que tenían disponibles. La mayoría se alegro y más su hermano que empezó a pasar sus tardes leyendo después de terminar sus tareas.
Finalmente llegó al cuarto y abrió la puerta, busco con la mirada y ahí estaba, sentado.

—¿Otra vez leyendo?—pregunto Leonardo, mientras se acercaba—. ¿Ahora que lees?
—Se llama Memorias y arrepentimientos—respondió feliz Paulo, mostrándole el libro con orgullo.
—Que título más deprimente—dijo desconcertado al ver la alegría de su amigo.
—¿De verdad lo crees?—pregunto mirando el libro—. Pensé que era un buen nombre.
El chico solo negó y se sentó en el suelo.
—¿De qué trata? Te ves más animado que de costumbre.
—Es algo complicado—rio nervioso—. La historia habla sobre la vida de una chica y sus amigos pero la manera en la que relata su vida parece un juego.
—¿Juego?
—Como un crucigrama o una sopa de letras, incluso viene con mensajes ocultos aunque solo he podido descifrar algunos, es extraño pero me alegra leerlo, es como si lo hubieran escrito para mí. Es raro ¿Cierto?
—Sí—afirmo su amigo.
—No lo dudo ni por un segundo—pensó para si mismo.
—Pero está bien, te ayuda a olvidarte de este lugar—dijo levantándose—. Vamos, quizás hoy nos adopten.

Paulo se levantó y dejo el libro en el estante, ambos caminaron hasta llegar a la sala donde sus compañeros, junto con la maestra y la Directora los esperaban. Ambos se formaron en sus lugares.
—Niños—hablo Cinthia sonriendo—. Hoy a venido una pareja, por favor, denles la bienvenida—dijo dejando pasar a un hombre y una mujer, ambos parecían tener alrededor de 30 años.
—Buenas tardes—dijeron los niños.
—Buenas tardes—saludaron ambos adultos sonriendo.
—Niños, presentense desde el más chico al más grande—pidio Emilia.
—Me llamo Lucía, tengo 9 años—pronuncio con timidez.
—Yo soy Amelia y tengo 10 años—dijo sonriendo.
—Mi nombre es Roberto, tengo 10 años.
—Yo me llamo Ivan, 11 años.
—Mi nombre es Paulo y tengo 12 años.
—Leonardo, 12 años.
—Yo me llamo Marcos, tengo 12 años.
—Me llamo Susan, tengo 12 años.
—Mi nombre es Cristina y tengo 13 años.
—Soy Bruno, tengo 14 años.
—Es un gusto conocerlos—dijo la mujer sonriendo—. Me llamo Carla y él es mi esposo Sergio.
—Niños, esperen aquí—dijo la Directora, luego se dirigió con la pareja—. Por favor, entren a mi oficina.
Los 3 entraron dejando a los niños y a la maestra esperando en la sala.

Una vez adentro, Cinthia les indico que se sentarán en las sillas que estaban frente a su escritorio.
—Bien—pronuncio la Directora tomando asiento en la silla de su escritorio—. Leí su petición, todo está en orden pero me gustaría preguntarle algo respecto a lo que se dedica Señor Sergio.
—¿Qué sería?—pregunto el hombre.
—¿Cómo le va en su trabajo? ¿Realmente es estable?
—Le puedo garantizar que lo es, mi puesto es fijo, soy jefe general del departamento de policías.
—No a tenido ningún cargo en su contra—afirmo Cinthia viendo su expediente—. Pero sus subordinados sí los han tenido como es el caso de la Señora Carla.
—¿A qué quiere llegar?—pregunto algo irritado por las afirmaciones de la mujer—. No puede juzgarla por cargos que no son recientes.
—Quiero saber cuál es su intención.
—Solo queremos adoptar un niño, es nuestro derecho—hablo Carla para calmar la situación—. Comprenda, no puedo quedar embarazada.
Cinthia la miro detenidamente antes de volver a hablar.
—Disculpe la corrección pero no existe el derecho a adoptar, son los niños quienes tienen el derecho a una familia, ellos deciden si quieren ser adoptados.
—Sí, lo siento—se disculpo Carla.
—De acuerdo—dijo la Directora levantándose de su asiento para dirigirse a la puerta—. Hablarán con el niño que quieren adoptar, él decidirá si quiere que ustedes sean sus padres—dijo antes de salir de la habitación.

Los niños al ver a la Directora se pusieron nerviosos, Cinthia solo miro a los niños un momento y se dirigió con Leonardo.
—Leonardo—dijo sonriendo y al estar frente a él, extendió su mano derecha para que la tomara—. Vamos, el Señor Sergio y la Señora Carla quieren adoptarte.
El niño tomo su mano en silencio y ambos se dirigieron a la puerta de la oficina, al estar en frente Leonardo soltó su mano.
—Si hay algo que no te parezca presiona el botón—dijo Cinthia agachándose a su altura.
Leonardo asintió en silencio, entro a la habitación y se dirigió a la silla de la Directora para sentarse.

—Buenas tardes—pronuncio al estar frente a los dos adultos.
—Buenas tardes, Leo ¿Cierto?—pregunto Carla.
—Leonardo—le corrigió—. Prefiero que me llamen Leonardo.
—Comprendo—dijo algo apenada.
—¿Qué es lo que te gusta?—pregunto Sergio—. ¿Te gustan los deportes?
—No—nego—. Me gusta trepar árboles con mi hermano menor.
—¿Tienes un hermano?—pregunto Carla interesada.
—Sí—respondio encogiéndose de hombros, algo en ellos le incomodaba.
—Tranquilo—le dijo Sergio sonriendo—. No nos gustaría separarte de tu hermano pero solo podemos criar a uno.
—Queremos ser tus padres—dijo sonriendo Carla con voz tranquila—. ¿Aceptarías ser nuestro hijo?
Leonardo miro la sonrisa de ambos detalladamente, siendo la misma que la Directora Cinthia mostraba, ahora sabía lo que le incomodaba.
—No—respondio frunciendo el seño—. No quiero separarme de mi hermano.
—No podemos criar a los dos, por favor, comprende—le pidió Carla.
—Si pudiéramos los adoptariamos a ambos—hablo ahora Sergio.
—¿Por qué no pueden?
—Porque solo uno de ustedes podría estudiar.
—Prefiero que estudie mi hermano.
—Escucha, niño—pronuncio Sergio con una voz más grave por su insistencia—. La escuela en la que quiero que estudies no es para cualquiera.
—¿Qué escuela es?—pregunto serio sin dejarse intimidar.
—La de policías—respondio Carla mientras tomaba la mano de su esposo para calmarlo.
—¿Ustedes son policías?
—Solo Sergio, yo me retire para dedicarme al hogar. Solo queremos darte lo mejor, nos alegraría que fueras nuestro hijo.
—Yo no me voy a separar de mi hermano—dijo levantándose y discretamente coloco su dedo índice derecho en el botón que se encontraba en el escritorio.
—Insolente—pronuncio molesta Carla también levantándose—. Queremos hacer esto por las buenas, si no aceptas reclutaremos a todos los que están en este orfanato, incluyendo a tu hermanito.
—¿Acaso no quieres salir de este lugar?—pregunto Sergio intentando convencerlo—. Te daremos todo lo que quieras.
—No saldré de este infierno solo para entrar en otro—respondio presionando el botón—. No quiero ser su hijo.
Casi al instante de haber presionado el botón, la puerta se abrió entrando la Directora.
—Leonardo, puedes retirarte—dijo Cinthia con una sonrisa, una vez que salió se dirigió a la pareja—. Su petición de adopción será negada permanentemente, pueden retirarse.
—¿¡Cómo!?—grito el hombre molesto levantándose—. Cumplimos con los requisitos, no puede hacernos esto.
—¡Es cierto!—afirmo la mujer apoyando a su esposo.
—Claro que puedo—dijo tranquilamente la Directora sonriendo—. Tengo el audio de la conversación que tuvieron con Leonardo, así que por favor retirense.
Ambos adultos salieron de la habitación dejando sola a Cinthia.
—Al menos esta a salvo—suspiro aliviada sentándose en su silla.

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