La clase con su institutriz había acabado, aburrida tomo un libro interesante y se arrecosto sobre un sillón sobre el marco de la ventana, está daba al frente, hacia el romboi que había frente a su mansión, leía mientras esperaba la llegada de su hermano.
Era apenas el segundo día y nuevamente estaba en clase, le fue bien en lo que cabe, su institutriz solo le dio un bastonazo en la cabeza, no fue fuerte y dolió menos que el del día anterior que fue detrás de sus rodillas, seguía extrañando a su hermano.
En ese momento se encontraba comiendo y siendo vigilada por la "amable" Chiyo.
- Esa no es la cuchara adecuada - Mirai suspiró y tomo otra - Esa si, señorita Mirai usted aprende muy rápido.
- Si, eso parece - Suspiró.
El día parecía ser aburrido hasta ese punto, pero al ver a Kurogiri entrando apresurado al comedor supo que algo no andaba bien.
- ¿Señor Kurogiri? - Pregunto Chiyo al verlo levantar a la señorita de la mesa.
- Señora Chiyo, señorita Mirai hay que salir de aquí - El hombre solo tomaba la muñeca de la infante y la guiaba a un auto estacionado junto a la entrada.
Un recuerdo bastante desagradable le hizo dar un sabor amargo en la boca a Mirai, más se lo callo.
Kurogiri conducía a velocidad alta y cuando salieron de las rejas de la mansión, notaron otro auto que venía en sentido contrario, Kurogiri apretó más el acelerador y el auto que venía en sentido contrario ahora los seguía.
- ¿Que está pasando señor Kurogiri? - Preguntó sería la anciana.
Mirai se arrodilló en su asiento y vio por la ventana trasera el otro auto, alguien sacaba una mano y en ella un arma.
Se congelo al escuchar el ruido y bajo su cabeza cubriéndola, lo mismo hizo la anciana.
- Unos sujetos...unos enemigos del señor Bakugo, hace una semana el señor Katsuki ejecutó a el líder de su rama, vienen a cobrar venganza - El hombre, aún conduciendo a alta velocidad y por bastantes curvas se mantenía sereno en la situación.
- ¿M..mi hermano? E..¿Ejecutar a alguien? - La infante se levantó un poco confundida - Kurogiri ¿De que hablas? Mi hermano es incapaz de matar a alguien - Una curva cerrada hizo que la niña casi se golpeara con una ventana, pero la señora Chiyo la sostuvo entre sus brazos.
- Mi señorita, todo se le explicará cuando su hermano vuelva.
Otros tres disparos sonaron y Kurogiri batallo para controlar el auto, habían reventado un neumático.
- Kurogiri desenfunda tu arma y mátalos - Dijo con el entrecejo fruncido la mujer.
- No puedo señora Chiyo, el señor me dio órdenes específicas de no disparar con su hermana presente - con un neumático reventado llegaron a la ciudad cercana a la mansión.
Kurogiri se adentro en la ciudad y al perderlos de vista se estacionó en algún callejón.
La infante y la anciana bajaron del auto, la anciana, pulcra como ella sola y Mirai, como si quisiera vomitar las tres cucharadas de arroz del almuerzo.
- ¿Ahora que Kurogiri? - Preguntó sería la anciana.
El hombre solo suspiró.
- Lamento decírselo señora Chiyo...
- Humm me lo esperaba de ti.
- Con las prisas de sacarla a usted y a la señorita no pude idear un plan de a donde las llevaría.
Comenzaron a caminar detrás de la anciana, está parecía llevarlos a un paradero de autobuses.
- Trate de formular un plan y - El hombre se sujeto la cara - El estrés me inundó, perdone señora Chiyo.
- No te preocupes Kurogiri, ya hiciste mucho en menos de esa hora - La mujer se compadeció de ver los ojos azules del hombre - Yo me encargo desde aquí.
Mirai por su parte estaba en su propio shock ¿Kurogiri mataria a alguien? ¿Su hermano lo hacia? Y ¿Su institutriz sabía todo esto?
Un autobús destartalado llegó al paradero y los tres subieron, se encaminó hacia un barrio, no muy rico, ni muy pobre, un lugar donde pasarian desapercibidos.
La mujer bajo en una parada y los otros dos la siguieron, con una llave que sacó de su bolsillo abrió la puerta de un edificio y comenzó a subir las escaleras.
- Señora Chiyo ¿Donde estamos? - Preguntó la infante.
- Oh, este es el edificio donde vive mi nieto, el nos ocultara hasta que la cituacion se calme y su hermano vuelva jovencita - La mujer llegó hasta una puerta y la abrió con otra llave - Pero no le digan nada de lo que pasa.
Mirai asintió y al entrar su sorpresa fue ver un lugar con libros esparcidos por todas partes, la casa estaba limpia, pero habían cuanto libro te imaginarás, la estantería estaba tan llena que ahora los libros se acomodaban en montones alrededor de ella.
- Izuku - Llamo la anciana - Querido tengo visitas - La mujer camino con maestría entre los montones y con su bastón recogió alguna prenda del tal Izuku.
La niña la siguió hasta una oficina, o eso parecía, más bien y sin temiendo a equivocarse, parecía una biblioteca, en un escritorio, yacía el chico acostado, pálido sobre algunas okas, Mirai por un momento creyó que estaba muerto.
- Oh Izuku, te volviste a desvelar - Dijo la mujer sacudiendolo.
El chico reaccionó saltando en su lugar y viendo hacia todos lados, una hoja de papel en la que estuvo acostado yacía pegada en su mejilla.
- ¿Abuela? - Bostezo el joven y al verse un poco más despierto noto la precenxia de la infante - Hola ¿Quién es, abuela? - Se hacerco a la infante la cual lo veía curiosa.
Sus mejillas tenían pecas y su cabello era de un verde oscuro, sus ojos tenían el azul esmeralda más lindo que ella hubiera visto, le recordaban, de alguna forma, un collar de esmeraldas colombianas que tenía su madre hace años, ahora se pregunta dónde estará tal objeto.
- Es la hija de mi jefe, por un motivo tuve que traerla y se quedará esta noche ¿No hay problema?
- Claro que no, sabes que mi casa es tuya - Dirigió su vista ahora a la joven - Dime ¿Cual es tu nombre?
- M..Mirai - Se sintió tímida por esos ojos que desbordaban sentimientos puros.
- ¿Mirai? Que nombre más lindo... - El chico extendió su mano - Soy Izuku, Izuku Midoriya.
La niña la tomo y luego quedó pasmada.
- ¿Izuku Midoriya? - El de ojos esmeraldas asintio - ¿Como el escritor?
Izuku volvió a asentir.
Ahora ese mar de libros tenía sentido.
- Oh - Fue lo que dijo la joven para que luego sus ojos brillarán en emoción infantil.
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CUANDO LAS AMAPOLAS MUEREN.
FanfictionRecuerda esa noche, recuerda el temor de los ojos carmines de su hermana, y recuerda su despedida. - Solo trate de protegerte. - ¡No me gusta que me protejas! me lastimas. Recuerda esa noche, recuerda el firme y cálido abrazo de su aterrado hermano...