quince

785 84 0
                                    

— ¿Ye duele mucho la cabeza, amor? no debiste venir... lamento tanto haberte-

— Nada me hace más feliz que estar aquí contigo y mi perrhijo, Hyun, no pidas perdón, aparte, yo fui la que quise. — Una castaña con lentes, sudadera y puede que hasta ojeras que se marcaban hasta el suelo, y un suero en mano mientras sostenía la correa del cachorro.

— Pero tienes resaca.

— No importa, eso no importa mientras estoy contigo, nada due- ay, Dios Santo, ¿porque me hiciste tan borracha? juro no volver a tomar... — Dahyun rio nerviosa sentándose en una banca en el parque, sentándola con ella.

— Ve como estas, no hubieras aceptado, Momoring.

— Mira, amor. — Tomo sus manos, y la vio. — Nada me hace más feliz que estar aquí contigo, sacando a pasear a Manchitas, la resaca no importa mientras estés tú.

Dahyun sonrió, y beso sus mejillas cuando la mayor tomo el suero, sonrojándola. — Te amo mucho, Momo.

— Ayer no dije nada estúpido ¿Verdad? — Dahyun escondió una sonrisa viendo a su cachorro correr, y trago saliva.

Bueno, lo que le había dicho Momo no le había incomodad, de verdad, y puede que hasta se aseguró de que la mayor tenía cierta tensión que no quería romper, por lo que quería saber qué hacer para aumentarla.

Por lo que solo la miro fijamente.

— Define estúpido...

— No te avergoncé con nadie, no dije nada de mí, no dije... pues algo tonto. — Dahyun rio, negando, acercándose para besarla y hablarle.

— Pues, la verdad es que no, hasta cuando estabas ebria solo decías mi nombre y me presentabas como 'el amor de mi vida y mi mami de tu perrhijo', así que, no, nada vergonzoso.

— Bueno, por lo menos solo dije tu nombre, lo único que me falto fue tatuarme tu nombre en mi pecho. — La menor rio, acercándose solo para besarla de nuevo y Manchitas salto a ellas.

Era algo tierno que el perrito llegaba y las interrumpía cuando se besaban porque se ponía celoso de la atención que recibía Momo por parte de su dueña, así que la castaña reía mientras se acercaba y lo cargaba, besándolo.

— Eres un hijo muy celoso, déjame besar a tu mami, Manchitas. — Y cuando quiso volver a juntar sus labios, el perro ladro, sacando varias risas de las chicas. — ¡Que celoso! tendré que besar a tu mami a escondidas...

— Cuando quieras podemos pasar tiempo a solas tu y yo... — Y la castaña solo se sonrojo, vio a manchitas en su regazo, y vio el suelo

— Uh... si, pues, si, si...

¡No Soy una Niña! ‣DahMoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora