3ra vez

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Estaban en su casa. Ya hacia tres días que Maia le había degradado de su puesto de director. Ahora era un simple agente y cobraba como un simple agente. Volkov se reía de ello, puesto que él habia insistido en ascensos y ahora le tocaba a Horacio ser víctima de ese sueldo. Estaba con un humor por los pisos, no solo por la disminución del sueldo y de su rango, sino también porque el nuevo director, un tal Jeffrey, abusaba de su poder directivo para mandarle a hacer controles de tráfico con Blake, encima en un uniforme que no combinaba nada.

Aunque en cierta forma estaba agradecido de no ser director, cosa que nunca pidió ser, odiaba ser ordenado por otro y que ese otro encima le humille. Le recuerda a sus épocas en la comisaría, antes de conocer bien al superintendente y al resto de sus compañeros. Le hacía sentir pequeño, indefenso y el centro de burlas, como alguna vez ya lo fue...

Volkov podía ver que Horacio andaba mal anímicamente. Y suponía que debía ser por su degradación del puesto, aunque intuía que había algo más. No presionó, Horacio nunca lo hizo con él. Si él deseaba hablar, Volkov escucharía. Si no quería hablarlo, Volkov se encargaría de no presionar y ayudarle de otra forma. Y esa otra forma, era haciendo la cena. Descartó el pelmeni luego de que a Horacio le cayera mal el plato, optó por una comida simple.

Volkov no era cocinero profesional, pero sí había tenido que ocupar la cocina en su juventud, ya que su madre era incapaz de realizar las comidas pertinentes y su padre no estaba ni de opción. Él cocinaba platos simples rusos, como el pelmeni, a sus hermanos. Y si bien no era profesional, sí le salía rica la comida. De haber tenido tiempo y la oportunidad, hubiera querido capacitarse más en la gastronomía, pues cocinar era algo que le calmaba. Su mente se ponía en automático mientras seguía la receta.

Hizo pizza casera. Había comprado los ingredientes previo a llegar a la casa. Comenzó con la masa y siguió con el resto de los pasos. Su compañía era Mika, que andaba dando vueltas por la cocina, observando atentamente lo que su dueño realizaba (y viendo si podía robar algo de comida) y la televisión del salón, donde Horacio miraba un programa donde remodelaban casa. Sabía que Horacio no prestaba atención al programa, pues cuando se enfoca en una película, serie o documental de su gusto, comentaba cada parte con entusiasmo. Volkov no lo admitiría, pero le encantaba escucharle. Escuchar lo que pensaba de cada cosa, porque usualmente le sorprendía dichos pensamientos. Horacio era una entera sorpresa.

Tardó un rato, pero finalmente colocó la pizza en el horno. En unos minutos, ya estaría para comer. Aprovechó dicho tiempo para limpiar la cocina de la harina y demás manchas que ocasionó al hacer la pizza. Limpió los utensilios de cocina usados y guardó todo en su lugar. Luego, con unos minutos de sobra, colocó unos manteles sobre la isla y los platos encima, para comer como lo solían hacer.

El cronómetro que puso para la pizza sonó, y sacó la misma del horno. Esperó un poco antes de cortarla y servir una porción en cada plato. Antes de llamar a Horacio y decirle que la comida estaba lista, observó a Mika que le observaba con una mirada mortal. Volkov rió suavemenye. "Ya te doy tu comida, Mika." Dijo mientras se giraba hacia su plato y colocaba algo del alimento balanceado. "¡Solntse, ya está la comida!" Habló con un tono más alto, para que Horacio le escuchase.

Y Horacio sí que le escuchó. Otra vez ese apodo. No sabía cuándo lo volvería a escuchar, la última vez había sido en el tiroteo de la licorería, antes de que le quitasen su puesto de director.

Se levantó lentamente del sillón y fue hacia la cocina. Observó la mesa puesta, la pizza caliente a unos centímetros. Volkov estaba agachado, colocando comida en el plato de Mika. '¿Acaso se refirió así a Mika?' Se preguntó Horacio.

Se sentó en uno de los taburetes, esperó al ruso antes de darle un mordisco a la rebanada de pizza que se posaba en su plato. '¿Qué apodo puede ser usado en un humano y gato a la vez?' Siguió pensando Horacio, ya que el apodo habia salido de los labios de Volkov en situaciones donde Mika no estaba presente.

No pudo encontrar respuesta, no sabía qué significaba la palabra y tampoco podía ponerla en el buscador en su celular. No le quedaba otra que preguntarle al ruso sobre el mismo, pero por alguna razón no se vio capaz de hacerlo.

Comieron en silencio, con la compañía del otro. Era todo lo que necesitaban realmente.

Solntse [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora