4ta vez

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La siguiente vez ocurrió en el centro de rehabilitación donde Charlotte se encontraba. Había pasado ya un buen tiempo, Jeffrey lamentablemente murió y Maia ascendió de nuevo a Horacio al puesto director. Lo único bueno del puesto es que volvía a cobrar su usual sueldo. Conoció a Charlotte mediante Maia, un día que Ottis estaba ocupado con un asunto y su superior debió acudir a él para que le lleve a aquél lugar.

Maia no le dijo demasiado de la mujer, solo que estaba ahí tras haber sufrido un trauma intenso, que le hizo perder gran parte de su memoria y seguía perdiéndola a ratos. Horacio había conectado con la mujer, tal vez por su amabilidad, por su cariñosa voz, por sus consejos sabios... No sabía por qué, pero quería seguir viéndola, acompañando sus tardes y escuchándole hablar.

Fue una travesía, lograr que Maia permitiese sus visitas y no esconderse de ella. Pero al lograrlo, Horacio se sentía feliz. Tanto que hasta habló con Volkov al respecto. Le comentó cómo conoció a Charlotte y la clase de mujer que era. Al principio, Volkov sintió su corazón estrujarse, pues estaba claro que dicha Charlotte hacia feliz a Horacio. Por alguna razon que desconocía, sentía algo extraño en él. Como si pudiera perder a Horacio de alguna forma.

Sin embargo, todo cambió cuando Horacio un día le invitó a conocer a Charlotte. Fueron en uno de sus coches, Horacio estaba feliz de que su compañero de casa finalmente conociera a esa adorable mujer que le hacía sentir querido. No sabía explicarlo pero había congeniado muy bien con Charlotte y aunque fuera una mujer mayor con problemas mentales, deseaba que fuera parte de su vida.

Volkov sintió alivio al ver que Charlotte era una mujer grande, aunque ni bien reconoció el alivio, se preguntó por qué de tal sentimiento. No tuvo demasiado tiempo para cuestionario, Charlotte les saludó con entusiasmo. Reconoció a Horacio, a pesar de sus problemas de memoria, y le preguntó por el "chico alto" que venía con él.

"Él es Volkov. Somos compañeros de trabajo..." Habló H con voz suave y tierna, voz que Volkov solo le había oído con Mika.

Charlotte abrió los ojos con emoción. "¡Oh! ¿Es el famoso Volkov del que me dices en tus historias?" Preguntó cual niña emocionada. Horacio sonrió enternecido. Los doctores le dijeron que con sus visitas, la memoria de la mujer parecia ir avanzando. Y ahí se lo demostraba.

"Sí, es él." Declaró H, con esa misma suave tonalidad, esta vez mirando al ruso. Volkov alzó una de sus manos a la mujer, con la intención de estrecharla a modo de saludo.

"Yo doy abrazos, espero que no te moleste." Rió la rubia, sonriendo, dejando ver unas pequeñas arrugas en los bordes de sus ojos y unos hoyuelos en su sonrisa. Volkov podía entender por qué a Horacio le cautivaba esa mujer.

"Sí, por supuesto. No hay problema." Indicó Volkov rápidamente. No había abrazado a nadie que no fuera Horacio. Si años atrás le hubieran dicho que iría aceptando abrazos de gente que apenas conocía, se le hubiera reído con ironía. Claramente muchas cosas cambiaron.

Tras el abrazo cálido, Volkov se alejó. La mujer observó a H, y con poca discreción dijo: "Oye, que no me dijiste que era tan guapo, eh. Eso te lo guardabas." Recriminó Charlotte, pero con gracia en sus palabras. Luego dio una pequeña risa. Volkov observó a Horacio y pudo jurar ver un poco de rubor junto a su suave sonrisa.

Pasaron la tarde junto a Charlotte. La mujer les contaba sobre sus nuevas pinturas, sobre la mariposa azul que vio en su ventana y que le recordó a Horacio, sobre sus compañeros Pedro y Ataulfo que le hacían reír y demás cosas. También preguntó por Horacio y Volkov, cómo se conocieron, de qué trabajaban, qué hacían en su tiempo libre... Y aunque a Volkov nunca le gustó hablar de sí, se encontró comentando bastante a esa adorable mujer. Tal vez porque en cierta forma le recordaba a su madre, en sus buenos días, o porque le recordaba al brillo de Horacio, aquél que vio desde que era alumno y que al ser director se había apagado un poco.

En cierto momento, Horacio dijo de ir a por agua y algún dulce. Quedaron Charlotte y Volkov a solas, aunque no fue para nada incómodo. La mujer se había colado en el frío corazón del ruso. Entendía por completo por qué Horacio le hablaba de ella con tanto cariño.

"Horacio está muy contento." Dijo la mujer, mirando al ruso. "Le agrada tenerte aquí." Agregó. Volkov sonrió levemente.

"Me alegro de que me haya invitado. Ha sido un placer conocerte, Charlotte." Detalló él con honestidad.

Charlotte movió su mano y rió. "Ay, que me haces sonrojar." Rió. Le volvió a observar con atención. "Pero en serio, Horacio está muy contento, puedo verlo. Cuando me visita... Parece triste, desanimado. Pero hoy, contigo... Parece brillar." Decia ella con una mirada esperanzadora en sus ojos. "Me gustaría pintarlo." Habló para sí. "Pero no sé cómo..."

Volkov le miró con atención, le estaba preguntando por ideas. "Mmmh... ¿Tal vez un sol?" Ofreció, pensando en Horacio y en el brillo que desprendía. A Charlotte le pareció gustar la idea, le preguntó cómo llegó a ello. Volkov se sonrojó, se rascó la nuca, algo avergonzado de reconocer el apodo que le había puesto de forma inconsciente a su compañero. "Él es un solntse." Replicó, usando su idioma natal, pues era más sencillo admitirlo de esa forma.

Horacio justo volvía a la mesa que los tres compartían al oír esa última frase. Esa palabra, otra vez. No había escuchado toda la conversación, pues andaba en una nube de felicidad al ver cuán bien se llevaban Volkov y Charlotte. Solo al escuchar esa palabra rusa, cayó a tierra.

Debía preguntarle al ruso por ella, quería saber qué significaba. Aprovechando que estaba con Charlotte, al llegar a su lado, preguntó: "¿De qué hablan?" Queriendo que con esa simple pregunta, comprender el significado de la palabra rusa.

Charlotte observó al ruso con una mirada cómplice, luego se dirigió al de cresta. "De mi próxima pintura. Pero no te diré qué es, será sorpresa." Aclaró antes de que Horacio le preguntara qué temática sería. Volkov asintió. Suspiró, debía esperar a la pintura... O debía animarse a preguntarle al ruso.

Solntse [Volkacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora