¡La Akake Week 2022 ya está aquí!
¡Con una recopilación de 7 días de solo Kenma Kozume y Keiji Akaashi!
Espero gusten de esta mamada que me fume durante un mes y algo, porque, mis amigos/lectores de confianza son testigos de lo mucho que morí con...
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"Te miro. Me miras..."
—Mierda...—Susurró Akaashi con frustración y rebuscando entre sus cosas el dinero para pagar.
Estaba algo nervioso en ese momento, él sabía que andaba con su billetera. Sabía que podía pagar ese café que le acaban de servir, pero el maldito dinero se escondió en lo profundo de su mochila buscando llegar a Narnia.
—Lo lamento, ya pago—Trató de sonar calmado al hablar con el chico que le extendía su café.
—Tenga—Dijo una voz nueva extendiendo dos billetes al vendedor.
Este aceptó el dinero y dejó el café en el mostrador para poder atender a los demás clientes.
—No era necesario...—Respondió Akaashi viendo como un desconocido le hizo el favor.
Este desconocido solo levantó los hombros restándole importancia.
—Gracias—Se inclinó antes él con bastante vergüenza.
El chico parecía algo incómodo por la acción del azabache así que le hizo un gesto para que se detuviera.
Este desconocido debía tener una estatura similar a la Keiji, pero se veía un par de años mayor.
Tomó el café de Akaashi y se lo entregó en la mano.
—Adiós—Habló por fin con una sonrisa y se fue tomando el propio café que había comprado previamente que el muchacho.
Akaashi únicamente observó este irse.
A la distancia parecía más alto, rubio, pero teñido, se le notaba por las puntas casi negras y definitivamente alguien de pocas palabras.
De alguna manera eso desencadeno en que a partir de ese momento Keiji saludara siempre a un desconocido a la distancia.
No conocían sus nombres, pero siempre se sonreían de lejos.
[. . .]
Salían los primeros rayos de sol y Akaashi abría los ojos, despertando en la sala de su departamento y sintiendo unos dolores por el cuerpo. Debía dejar de dormirse en el sofá.
Pero pensó que eso era mejor que estar durmiendo con la mitad del cuerpo en el suelo y la cabeza apoyada sobre un sillón como lo hacía Bokuto.
Vio todo el revoltijo de papeles, libros y cuadernos que quedó de la noche anterior, siempre pasaba lo mismo cuando ayudaba a estudiar a Kotarou, terminaban literalmente durmiendo sobre la materia, pues madrugaban debido a que el mayor tardaba demasiado en procesar la información.
—Bokuto-san—Se inclinó ante él sacudiéndolo del hombro.
El otro respondió con gruñidos, sus ojos apenas si se abrieron cuando los volvió a cerrar por la luz del lugar que lo cegaba.