EXTRA 1 - PEINETA

468 56 6
                                    


El agua bajo los dedos de Jin Ling estaba helada, sus dedos temblaron por un instante al tocarla antes de hundirse hasta la altura del codo para alcanzar la peineta.

Su corazón tembló un instante antes de atraparla de vuelta al mismo tiempo que protegía la seda de sus brazos, no escucharía el final si alguien lo veía con las mangas mojadas como un niño irresponsable y realmente no debería dejarla caer allí, en Caiyi.

- ¿Jin Ling? –La voz de Lan Sizhui era agradable, enviaba oleadas de calma y ventura a su cuerpo, además era tan suave que...

Se levantó, recto como una vara, cerrando los dedos alrededor de la peineta y provocando que esta hundiera su filo en sus dedos, su piel lo soporto sin romperse.

-Sizhui –contestó, con el corazón latiendo apresurado y sin control, como un ladrón que acababa de ser atrapado.

-Te estaba buscando, digo –Sizhui recupero sus palabras y volvió a ordenar la oración –Te estábamos buscando, Jingyi y Zizhen, te fuiste tan rápido que pensamos que te había pasado algo ¿estás bien?

Jin Ling podría morir de mortificación en aquel mismo instante, ¿Necesitaba explicar que había retrocedido todo el camino buscando una peineta que nunca iría a las manos de la persona para la cual la había comprado?

No, no podía, ni siquiera sabía porque había comprado la peineta, no era un buen regalo, su tío lo vería con desdén por continuar con aquel temperamento y obsequiar cosas inútiles, la peineta estaba hecha de plata, era demasiado fina y bonita, no un regalo para un hombre... al menos no un hombre como su tío.

El joven maestro Jin sintió sus mejillas encenderse y bajo la mirada bajo la suave atención de , Lán Yuan agradeciendo que fuera él y nadie más quien lo había encontrado.

-Recordé que había olvidado una cosa –explico con torpeza... tratando furiosamente de no sonrojarse más... ¿Por qué no podía controlarse?

.

La peineta era elegante, sobria por no tener adornos y una obra artesanal en su forma de dientes finos de doble filo, y el trabajo orfebre que formaba un dragón marino en la parte superior del mismo.

Jin Ling lo sostuvo con seguridad mientras peinaba el largo cabello de su tío y lo sentía deslizarse bajo sus dedos con la misma suavidad que la seda más fina, una sonrisa calmada adornaba su rostro y su mirada atenta habría avergonzado al líder Jiang de no estar esté de espaldas a él.

El cabello de Jiang Wanyín era largo y fluía como una cascada, largo y brillante, al final Jin Rulan solo quería hundir la cabeza entres esos finos hilos de ébano...

Continuó pasando el peine una y otra vez por el cabello del otro, mirando atento la postura recta, los hombros firmes y el cuello rojo, una sonrisa se deslizo entre sus labios impenitentes, preguntándose cómo reaccionaría si se atrevía a extender su mano solo un poco más, ¿Qué tan viva sería su reacción? ¿Se ofendería? ¿Su cuerpo sería rígido o suave? ¿Lo aceptaría u ordenaría que lo soltara?

Jin Ling lo soltaría si Jiang Cheng se lo ordenaba, pero él nunca pediría estaba seguro de eso, no era tan vil como para imponerse hasta ese punto, y seguramente Jiang Wanyín lo sabía, pues solo lo empujaba un poco cuando no quería su cercanía... era un poco triste.

- ¿Aún no terminas? –el tono de la voz de su tío era incomodo, como si no estuviera seguro de las palabras que decía y viendo donde estaban, el hombre más joven podía entender porque: eran las habitaciones privadas del líder Jiang, y las horas eran altas, indecorosas para estar en cualquier lugar que no fuera su habitación.

Pero la habitación de su tío era agradable y después de obtener su aceptación, Jin Ling había encontrado difícil no quedarse a su lado solo para asegurarse de que no se arrepintiera.

Lo amaba tanto...

Estaba seguro de que nunca amaría a nadie más como lo amaba a él.

-Solo un poco más –dijo, apretando la sonrisa en sus palabras, tratando de no hundirse en la alegría de tenerlo, de admirarlo tanto, de amarlo tanto... dejo la peineta a un lado y sus dedos se elevaron hasta el cuello ajeno, donde empezaron a trenzar los finos hilos negros –¿Por qué no dejarlo suelto? –preguntó sin querer, viéndolo allí entre sus dedos formando su propia cadena, Jin Rulan dormía con el pelo suelto.

-¿Qué harías entonces a estas horas en mi habitación? –la pregunta fue brusca, entre risa y ladrido, Jin Ling se congelo durante tres segundos antes de bajar los dedos de la trenza a medio hacer, sus mejillas ardiendo, bajo los ojos y se llevó una mano al pecho donde su corazón volvía latir acelerado como esos días cuando aún era un niño... habían pasado seis meses desde su confesión, seis meses desde su aceptación... ese día había sido feliz y le había dado la peineta antes de que se fuera de Lanling Jin.

Su tío había parecido asombrado, pero se había llevado el regalo y cuando Jin Rulan había ido a Lotus Pier lo había encontrado en una caja de bambú en la habitación de su tío.

Él solo... el solo quería asegurarse de que lo usara... y peinar su cabello era una buena excusa para mantenerse juntos... Jin Ling atesoraba cada segundo que podían estar juntos, aunque fuera absurdo, lo amaba tanto que a veces le sorprendía poder mantenerse en pie con dignidad y no sonriendo como un colegial estúpido.

Su vanidad estaba un poco herida por eso, levanto un poco los ojos y vio la espalda recta de su tío mantenerse erguida sin temblar, el cuello estaba sonrojado y las orejas... se acercó un poco, solo un poco, era una suerte que el espejo de bronce no estuviera frente a ellos en ese momento, no podría levantar la cara en un mes si alguien veía su expresión avergonzada en ese momento, sin embargo.... Quería tanto.

Se inclino en la curva de su cuello, pasando las manos por encima de la delgada túnica superior que su amado llevaba sobre la túnica interior, por decencia... y susurro, sintiendo el calor contra sus labios al susurrar en su oído.

-Buscaría excusas para estar aquí.

Jiang Cheng se puso rígido, tal y como lo había imaginado, rígido como una roca, tenso como la cuerda de un arco, duro como la empuñadura de su espada, e incluso su respiración parecía haberse detenido.

Jin Ling contuvo una sonrisa triste y se alejó un poco para continuar con la trenza, sus dedos se movieron lentos, queriendo quedarse un poco más y al final termino con ella. Jiang Cheng aun continuaba tan quieto como al principio, tal vez un espejo convendría más... su tío vería su vergüenza, pero el vería sus reacciones... sería un intercambio justo.

Se levantó, sacudiendo un polvo inexistente de sus túnicas amarillas y su voz alegre rompió la quietud de la noche.

-Termine...

Jiang Wanyín se volvió un poco, para verlo, Jin Rulán se esforzó por no ver la forma en que su cuello se doblaba, estaba demasiado enamorado, no era necesario enamorarse más cuando partía al día siguiente.

Sonrió y retrocedió un paso, dejando escapar un suspiro, era muy tarde, debía irse... el solo...

-Tío...

-Quédate –Jin Ling se congelo, viendo fijamente al hombre que amaba levantarse de donde estaba sentado y volverse a verlo... -Esta noche, quédate – el más joven debía de verse demasiado sorprendido, porque Jiang Cheng apretó los labios y aclaro cualquier pensamiento curvo que el joven pudiese tener –a dormir.

"Me quedaría arrodillado al lado de tu cama si me lo pidieras" pensó, aunque no lo dijo, con el corazón latiendo como un tambor.

-Claro –dijo con la garganta seca –a dormir.

Solo tenerlo unas horas más cerca... se permitió sonreír con alegre impotencia: era imposible que pudiese dormir. 

CodiciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora