Capitulo 2

1.1K 131 39
                                    


Los años le habían hecho bien a Jin Ling, no había mejor persona para saberlo que el hombre que lo había sostenido en brazos siendo aún un bebe... por eso Jiang Cheng podía sentirse feliz por su sobrino.

El antaño arisco e inseguro adolescente había crecido para convertirse en un líder respetable y seguro, bueno para su propia secta y perfecto para su clan, un día podría elevarse por encima de los cielos, del mismo modo en que parecía estar por encima de las nubes en comparación al resto de hombres del clan Jin.

No sabía que gran revelación había terminado de estabilizarlo, pero viéndolo sostenerse por sí mismo hasta mantener en una mano cerrada, el poder de toda se secta sin temor ni opciones a perdidas, lo había llenado de orgullo.

Era una lástima que Wanyin tuviera muy pocas palabras para ofrecer en esos casos, su orgullo por su sobrino se encerraba en su pecho, como un secreto vergonzoso, brillaba en su mirada y su sonrisa, pero pocas veces se convertía en palabras, incapaz de dar aquello que nunca le habían ofrecido.

Pero amaba a su sobrino y era feliz por sus logros, por su seguridad, por saber que incluso si un día se desvanecía, el continuaría.

El corazón de Jin Ling era, después de todo, la única cosa que le había importado mantener intacto y feliz, aunque hubiera fallado en ese objetivo en variadas ocasiones.

Por ello, cuando la puerta de su habitación resonó con tres golpes, no pudo menos que levantar la mirada preguntándose si le había ocurrido algo en las horas posteriores al encuentro de los lideres, pero no era posible, Jin Ling era un cultivador avezado y brillante y aquellos eran sus dominios.

Deslizo la puerta y observo a su inesperado visitante, los ojos de Jin Ling le devolvieron una mirada que era una mezcla de alegría y ansiedad, mirada que no había visto en mucho, mucho tiempo en aquella faz adorada.

Un golpe de cariño floreció en su pecho sin poder evitarlo, sintiendo que veía frente a sí una vez más al niño que había sido una vez, el infante que había sostenido en sus manos, como el único familiar que le quedaba.

Oh, aún era el único familiar de sangre que le quedaba, pensó con un suspiro interno antes de hacerse a un lado, para dejarlo entrar, no era conveniente, después de todo, que estimado Lider de Secta Jin esperara en ninguna puerta, aunque dicha puerta fuera la puerta de otro estimado líder de secta.

- ¿Ocurre algo importante? –preguntó, sin elevar la voz y sin saludarlo realmente, yendo a la parte sustancial del encuentro.

Su sobrino no lo molestaría a menos que hubiera una buena razón.

- ¿No puedo visitarte? –fue la respuesta de su interlocutor –No nos hemos visto en dos meses, alguien consideraría que podrías haberme extrañado tanto como yo lo he hecho –termino de hablar, su tono era educado y un poco divertido, pero el reclamo debajo era uno que no le resultaba precisamente desconocido.

Jin Ling había decidido, hacía un año, que quería escribirle una carta diaria y, contra todo pronóstico, lo había conseguido, en cada carta insistía en... cosas que él, como su tío, prefería no profundizar.

No podía permitirse contestar a una carta diaria, o al menos se decía eso, y leer esas cartas lo preocupaba, pero enseguida cerraba la boca y no pronunciaba sus sospechas. Jin Ling siempre había sido un buen chico, era imposible que...

-Hay horas más adecuadas para visitas –respondió, sin demostrar sus pensamientos, solo elevando una ceja, sin contestar a la pregunta disfrazada de burla. Jin Ling no debía olvidar que él mismo era un estimado líder de secta y no estaba en edad de hacer exigencias infantiles.

CodiciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora