5. Libertad

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K A R A D A N V E R S

Caminaba con fingido pesar hasta la oficina de Sarah y Dennis, una capucha tapaba mi rostro ocultando vagamente mi expresión ansiosa, quería que aquello terminará tan pronto como el sol quema la neblina.

Respiré hondo repetidas veces por algunos minutos pero ni así podía calmar aquel nudo en el estómago, se sentía tan extraño, mis piernas temblaban con pavor y un par de lágrimas se acumularon en mis ojos.

"Ellos abrieron algunas heridas del pasado"

Ajusté por última vez el micrófono tras mi oreja y luego di tres golpes a la puerta, un suave y tranquilo "adelante" se oyó de la boca de Sarah.

Me adentré lentamente como si aquello fuera la orilla de un peligroso rascacielos, recibí unas miradas amorosas pero también hipócritas, tomé una gran bocanada de aire y finalmente me decidí por acabar esto.

— Estoy lista para dejar este mundo — mi labio inferior tembló con miedo.

— Es tu momento, Noah — Dennis sacó de un estante un carísimo whisky y sirvió dos vasos — Créeme que dejarás de sufrir, el cielo es un lugar donde ángeles como tú viven su eternidad en paz y felicidad — le di un sorbo al fuerte licor que logró quemar mi garganta.

— Debes firmar el pago por liberarte de tu infierno, pequeña — Sarah me tendió unos papeles que sabía que si firmaba se apoderarán de mis falsas propiedades — Firma y nos despedimos aquí para luego reencontrarnos en el mundo de los cielos —

Firmé.

— Antes me gustaría rezar una oración por Jonathan que hace unas horas entro al paraíso — una culpa mortal se clavó en lo más profundo de mi pecho, aquel muchacho tenía una larga vida por vivir y sin embargo; no puede salvarlo a tiempo — Señor, Dios mío: hoy vuelven las lágrimas a caer como perlas al vacío recordando a un ser querido y fallecido. Pero nuestro amor es tan grande hacia ti que no cuestionamos nada: está contigo. Tú le cuidas como le cuidaríamos aquí en la tierra. Mientras en nuestros corazones siga viviendo, sólo su cuerpo se habrá marchado —

Quería en ese mismo instante que Lena llegará y me abrazará tan fuerte para que uniera mis pedazos rotos, esa maldita oración fue la misma que dijo un sacerdote en memoria de mis padres y escucharla hacia que quisiese morir junto con el chico que no logré salvar.

— No llores, Noah — tenía tantos sollozos acumulados que sabía perfectamente que no podía deterlos aunque quisiera — Jonathan estará bien al igual que lo estarás pronto — Dennis recorrió con sus manos mi espalda rígida, los odiaba por abrir las heridas de las personas a tal punto que lograban que se suiciden.

— Acabemos con esto ya, por favor — susurré.

— Eres muy inteligente, Noah. Realmente no creímos que llegarás a querer dejar este mundo, te veías tan intrigante, fuerte y con ganas de regresar a sonreír pero hasta los más fuertes se rompen y caen en el vacío donde estas — el hombre mantenía una sonrisa tan grande como la perversidad de sus palabras — Eres un ser patético aquí, no sirves...—

— Dennis — advirtió Sarah con preocupación.

— Debes morir para vivir, Noah. Eres un asco para la naturaleza, nadie te quiere por ser ese fenómeno del que se burlaban todos esos niños —

— Basta por favor — mi voz estaba rota, mis muñecas ensangrentadas debido a la ansiedad que me producían sus palabras y las lágrimas no parecían querer cesar.

— Mátate — parecía desequilibrado.

— Despídete de mi, Noah dejará de existir en poco tiempo — contesté. Claramente era debido a que en exactamente una hora los agentes dejarían patas arribas el lugar, conmigo al mando de todo el operativo.

Cicatrices (Supercorp-historia corta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora