➳04/𝓕𝓮𝓫𝓻𝓮𝓻𝓸

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"Hola, Sarada... la verdad es que, lo mío no son las palabras escritas, me llevo mucho tiempo pensando y al final, mi mente queda en blanco.

Soy más de hablar, pero, aunque quisiera, nunca podría decirte todo esto en persona. Siempre he sido alguien valiente y con muchas agallas, y aun no entiendo porque cuando se trata de ti, soy tan vulnerable.

Me pregunto si también te sientes así por alguien más.

Al principio, te odié por esto.

Me atacaste de frente y destruiste toda mi seguridad... que tuve que aceptar que había perdido el control sobre mi corazón".

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Sarada guardó la carta con cuidado en su sobre y la dejó sobre su buró. Hoy había decidido leerla en casa y sin duda, fue la mejor decisión.

Se dejó caer sobre su cama, siendo abrazada por la calidez de sus mantas.

Involuntariamente, su mano se posó sobre su pecho, como si intentara consolar su corazón, pero no fue suficiente. Las lagrimas habían ganado, convirtiendo su alrededor en algo nubloso y sin sentido.

Ella lo entendía, lo entendía a la perfección y eso le dolía.

Siempre que creía tener el control de sus emociones, todo se iba al carajo con esa sonrisa y esos ojos deslumbrantes. 

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Cartas de San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora