Lluvias torrenciales

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lluvias torrenciales

(nombre femenino)

1. Aquella lluvia que cae intempestiva y fuertemente.

Tal como había dicho, Draco estaba dispuesto a recuperar su vida y la de su madre en Inglaterra. Le pesaba en la conciencia el tiempo que había dejado sola a su madre en medio del desastre que fueron los años posteriores a la segunda guerra. Draco no era valiente, tampoco había coraje en su corazón, no era un héroe ni una buena persona. Eso no quería decir que le enorgullecía escapar siempre.

Eso fue lo que me costó mi felicidad, pensó, esta vez haré las cosas bien.

Su primera parada fue la lechucería de la mansión. Después de la guerra y las reparaciones donde el ministerio se llevó más de la mitad de su fortuna, a Draco le perseguían susurros, maleficios y horribles miradas cada que se aparecía en algún lugar público. Trabajar en el Ministerio estaba fuera de sus opciones y el callejón Knokturn le causaba pesadillas, lo que reducía increíblemente los lugares donde podía trabajar.

San Mungo le abrió las puertas. Bueno, en realidad no le abrió las puertas a él, a Draco Malfoy. Mediante lechuzas, Draco vendía pociones. Mediante un seudónimo, Draco se había construido una reputación como pocionista de confianza.

Polaris Thuban tenía casi completo monopolio de las pociones para la tercera planta del hospital: Envenenamientos por plantas o pociones; así como la estima de la mayoría de los medimagos de Daños provocados por hechizos.

Ahora que estaba de vuelta, era el momento de que se supiera que era Draco Malfoy. Si quería recuperar a Harry, debía dejar de esconderse.

—¿Estás seguro de eso, Dragón? —preguntó su madre frunciendo momentáneamente los labios durante la cena.

Draco la entendía, era una gran decisión y él no acostumbraba a estar al descubierto.

—Sí —le miró a los ojos, una sonrisa apareciendo en las esquinas de sus labios—. No quiero esconderme más, madre. Creo... que ya fuimos castigados suficiente.

—Entiendo.

Ni su madre le creía, eso sí era patético. Pero estaba listo para demostrar su valía.

Nadie gritó ni le volteó a ver cuando se apareció en la recepción de San Mungo. Bastante anticlimático, si le preguntaban. La señorita atrás del escritorio de bienvenida tan solo le miró distraídamente antes de preguntar a donde se dirigía.

—Oficinas de Tercera Planta, con la sanadora Zivai.

—Firme aquí, por favor —la señorita ofreció un pergamino y señaló un espacio en blanco, entregándole una pluma azul bastante larga. Draco se apresuró a firmar, aunque le molestaba la falta de reacción de la bruja de bienvenida. ¿Un año realmente había cambiado todo? —. Aquí tiene su pase, señor Malfoy. Tenga un buen día.

Al ver la sonrisa de la bruja, lo supo. Era una actuación. Trató de no tomárselo personal, pero era imposible. Llevaba dos minutos en el hospital y ya estaba fastidiado.

Respira, respira. ¿De verdad creíste que las cosas serían tan sencillas? Estúpido Malfoy.

El camino hasta la tercera planta fue mejor. Mejor en el sentido que los magos y brujas le volteaban a ver de peor manera: tal como estaba acostumbrado.

Caminó por los pasillos con la frente en alto, viéndose como el mago sangrepura que era realmente. Cada paso lo daba con propósito. Cada mirada de desprecio la contestaba con una ceja levantada, como si dijera "soy mejor que ustedes, ¿ven esa poción? Yo la hice".

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⏰ Última actualización: Mar 10, 2023 ⏰

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Nubes de Tormenta (Drarry fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora