Cap III Cosas ocultas

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Habían transcurrido dos meses y medio, pero alma aun no se adaptaba a su nuevo colegio, ni a su hogar.

Sus padres le habían prometido que estaría en el colegio sólo por el primer semestre, ella no quería terminar, ella quería realmente terminar sus estudios en el colegio donde había estudiado toda su vida, pero no fue así. Ella tenía que ir a otro lugar por que a sus padres se les ocurrió mudarse sin una razón válida.

—Mamá, no quiero ir a esa escuela, yo quiero volver a mi colegio, ahí tenía amigos, nadie la molestaba, ellos tenían una filosofía:

—No me importa ni mierda lo que sientas, solo no me jodas— con eso yo estaba bien, no quiero estar en este jodido colegio donde son más mal educados y menos serviciales.

La madre de Alma se molestó y le dijo:

—¿Qué es lo que te pasa Alma?, no quiero ese vocabulario.

—Pero mamá...

—Te hablé, no uses groserías.

Alma se enojó y sin pensarlo dos veces dijo:

—Ya no tengo por que obedecer a tus órdenes si tu me obligas a hacer cosas que no quiero Beatríz.

La madre de Alma no creía lo que estaba escuchando, su hija le desafió.

—No, no, a mi me respetas malcriada— Y le dio una bofetada que casi cae al piso.  —¿Quieres que volvamos a lo mismo de antes? Que te golpeen como si tuvieras 9 años?

Alma se levantó con la mano en la cara y grandes lágrimas. Recordó las muchas veces que fue golpeada, por su padre, pero de su madre nunca lo esperó.

Tragó en seco y se fue a su habitación sin mirar a ningún lado, como si aun le resonara el golpe en los oídos, en un especie de trance continuo, cerró la puerta de su habitación y me derrumbó en el piso mirando al suelo, sin quitar la mano de su cara, ella no protestó, tampoco maldijo, solo se quedó así, como si el alma se le esfumara del cuerpo, y continuó así por una hora.

Se escuchó la voz de Beatríz:

—Estas de castigo malcriada, a ver si se te bajan tus aires de mujercita.

Ella ni siquiera le hizo caso, solo se levantó a ver el lado de cara que aún le ardía. Cinco dedos bien marcados, y el que estaba cerca del contorno del ojo bien hinchado.

—Ves... necesitas nuestra ayuda, no puedes seguir sola. Además, aún no sabes lo que podemos hacer si nos activas...

Alma se quedo perpleja, y sintió una corriente que le atravesó la cabeza hasta llegar a su columna vertebral.

—¿Qué es lo que dicen? ¿Creen que podría hacerle algo a mi madre?

—Ella no tuvo piedad de ti ¿no es cierto? No te quiso entender, ni si quiera te prestó atención... Solo te golpeó, como en los viejos tiempos querida.

Ella sintió un martilleo insoportable y se mareó y solo dijo:

—Déjeme en paz, ¿Por qué no se van de una buena vez? no las necesito, y si mi familia es un asco no me importa, Bryan está conmigo y es la única persona que no me juzga, solo me quiere, es mi única familia.

Rieron todas las voces, como un murmullo oxidado.

—¿Él? A el te lo dimos nosotras. Todo lo que es mas o menos bueno te lo permitimos nosotras, ¿no lo ves? Cada vez que nos haces caso te va bien, por que no lo entiendes Alma.

La pobre chica sintió como si se le fuera el aire del cuerpo, no lo podía creer, simplemente no le cabía en la cabeza que eso podría ser cierto.

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