Capítulo 4: Hozube Dahecrux, "Espada de madera"

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Un calor intenso comenzó a surgir desde el interior del cuerpo de Victoria. Su delicada figura desprendía unos destellos radiantes que iluminaban todo el lugar, la palma de su mano derecha quemaba como si la estuviera posando sobre una estufa, apretó los dedos con fuerza y notó cómo un objeto se estaba formando a la vez que cerraba sus falanges alrededor de lo que parecía un mango. Victoria entrecerró sus ojos, cegados por la propia luz que salía de ella, para poder observar la clase de utensilio que apareció mágicamente en su mano. Alzó el brazo para descubrir que aquel instrumento que estaba sosteniendo era una espada, pero no una espada común, era una espada de madera. No tuvo mucho tiempo para admirar sus cuidadosos grabados tallados a lo largo de todo su filo cuando, de pronto, un cosquilleo intenso invadió su estómago como cientos de hormigas correteando por dentro de sus intestinos, aquel hormigueo se expandió rápidamente desde lo más profundo de su ser hasta la punta de sus dedos. Cuando el picor llegó a la dermis, de sus poros emergió algo que le causó una sensación intensa, cálida, pero, sobre todo dolorosa. Una intensa onda de energía caliente se expandió alrededor de la chica, destruyendo las puertas y parte de los muros de la casa, además, hizo que Madame saliese despedida hacia atrás atravesando la pared del recibidor.

La joven quedó conmocionada por lo que había ocurrido, todo a su alrededor había quedado destruido y envuelto en llamas rojizas. Se puso en pie tan rápido como pudo y trató de huir, pero las piernas le fallaron y cayó rodando por el suelo del jardín sin soltar la espada que portaba. Cuando Victoria se recompuso de la caída, observó que su cuerpo estaba aplastando la hierba, las briznas, que antes eran duras como el acero, volvían a ser frágiles, ella podía doblarlas y arrancarlas sin ningún tipo de impedimento. Las llamas que adornaban la fachada destrozada de la casa iluminaban el lugar, y Victoria comprobó con regocijo que los colores eran más vivos que antes, que había abandonado el mundo gris y taciturno en el que estaba condenada a vivir para siempre, pero su felicidad sería repentinamente interrumpida por un aullido que resonó como un trueno por toda el área. La silueta espeluznante de Madame empezó a salir de debajo de los escombros de la casa como si fuera un muerto viviente, arrastrándose con la fuerza de sus brazos consiguió liberar la parte inferior de su cuerpo y pudo volver a ponerse de pie lentamente, mostrando a Victoria, la cual veía desde la lejanía, su imponente figura erguida.

Victoria se puso de pie, sus rodillas le fallaban, estaba muerta del miedo y únicamente deseaba que aquel monstruo se hubiese quedado en el otro mundo, pero recordó que Madame existía en las dos dimensiones al mismo tiempo gracias a su desagradable armadura. Al ver que aquel ser se acercaba a ella, Victoria renunció a toda esperanza de escapar, pues ya había sido testigo de las proezas que era capaz de realizar, como dar saltos de más de veinte metros de longitud, por no mencionar su descomunal fuerza.

— ¡Por favor, no me hagas daño!

— Serás...— Decía Madame mientras caminaba. Mi pequeña.

Victoria le mostró las hiervas que arrancó del suelo para mostrarle que había logrado escapar de aquel "Limbo".

— ¡Mira! — le extiende su mano llena de yerbajos. ¡Ya puedo tocar las cosas!

— Eso no me importa.

— ¡Ya no estoy en "Ningún Sitio"!, ¡no voy a desaparecer!

Madame se detuvo a un paso de Victoria, y con un sonido desgarrador proveniente de su pecho hizo enmudecer a la chica.

— ¡Te quedarás conmigo para s...

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Máximo saltaba de tejado en tejado y de rama en rama, ayudado por la magia elemental de viento, sus pasos eran veloces, gráciles y precisos en cada zancada. Sus saltos alcanzaban distancias asombrosas, incluso en tierra firme podía deslizarse a un centímetro del suelo como si estuviera patinando sobre el hielo. A su derecha, siguiendo su ritmo con unas botas especiales cuyos sellos mágicos grabados en sus suelas le permitía deslizarse por el viento, se encontraba Sixt, uno de sus compañeros de equipo. Sixt estaba escondido debajo de una máscara de gas y una capucha, todo su cuerpo estaba enfundado en un traje negro lleno de bolsillos repletos de artilugios extraños.

Mariposas de Humo y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora