Luna de miel en familia (l.s)

Capítulo 2

–Cielo, ¿cómo va la tarea de matemáticas? ¿Las estrategias de los tutores te sirven? –pregunta el omega ojiazul a su cachorro. Trae un pequeño mandil de cocina amarrado a su cintura mientras sirve la comida.

–¿Tuviste una cita? –cuestiona sin rodeos el alfa más grande, Noah.

–¿Una cita? ¿Quién te dijo que tuve una cita?

–Cambia la contraseña de tu email, "Señorito070209" –el omega jadea sorprendido a lo dicho por su invasor alfita.

–No vuelvo a usar tu cumpleaños como password. Es increíble que leyeras mis emails. Noah, yo te amo, pero hay que aprender a respetar nuestra privacidad.

–¿Quién es Harry? –responde decidiendo ignorar lo dicho por su madre.

–No importa, cielo. Un bufón. Creéme, no fue nada -el omega se estira para tomar las manos de cachorro y tratar de transmitirle seguridad.

–¿Lo prometes?

–Lo prometo.

El más pequeño de los alfas, aparece en la cocina con sus patines gritando como un loco.

–Oye, ¡nada de ruedas en la casa! Te dije que, ¡ey! –comienza sin más a perseguir al rubio alfa que patina como desquiciado por la casa.

–¡Tacléalo mamá! –grita Noah.

–¿Tu papá te compró helado cuando regresaron de la escuela? –el ojiazul maldice mil veces a su exmarido, maldito alfa idiota irresponsable.

–¡Estoy en la cima del mundo! –se acerca a su hermano y le pellizca fuertemente los pezones. –¡Sí! –desaparece el pequeño cachorro dentro de la casa.

–¡Estás muerto! –lo persigue hacia arriba.

–¡No más pellizcos de pezón, sólo tienen dos tetillas para el resto de su vida! ¡Hay que aprender a amarlas y respetarlas! –les grita fuertemente, por lo que no se da cuenta cuando su ex marido entra por la cocina.

–Yo siempre lo hice.

–¿Cuántas veces te he dicho que no lo sobrecargues de azúcar antes de traerlo conmigo? –de verdad que el ojiazul no puede creer lo idiota que es el alfa.

–Ay, por favor. Ir con papá por un helado, es un recuerdo memorable para un niño.

–Ahh, ok. Pues sí papá pasara más tiempo con él, los recuerdos no deberían ser tan duraderos –está molesto, muy molesto.

–Pum. Ay. Caí otra vez. Que gusto pasar el tiempo contigo Louis –avienta la mochila al suelo.

–Eso no va ahí –dice el omega tratando de mantener la calma.

–¿Y ahora qué hago? –se burla. –Si no lo acomodo va a explotar en tres, dos...–lo acomoda en su lugar. –Uff, gracias, nos salvamos. Casi estuvo desordenado por un minuto.

–Hola –saluda sarcásticamente el omega.

–¿Cómo estás?

–Bien. ¿Irás al partido de Luca el domingo?

–¡Sí, seguro!

–Bueno, lo voy a anotar.

–Es lo que haces mejor.

–En el pizarrón, Sam, en el pizarrón.

–Louis, los niños no necesitan pizarrón, no necesitan una lista. Saben que pueden contar conmigo, es todo.

–¡Papá! ¿Me ayudas con mi tarea? –se oye el grito de Luca desde la planta de arriba.

–¡No puedo, amigo! ¡Lo siento, debo ir a una cosa! ¡Dile a tu mamá! –y sin más el malditamente responsable padre, sale de la casa.