Azula esperanza parpadeante

16.-Opciones

El palacio está en silencio mientras la gente corre tratando de no tropezar con sus pies y dejar caer los platos y las mesas caras.

la tensión en el aire parece haber vuelto a la normalidad, no más charlas y risas, solo sirvientes que mantienen la cabeza baja y hacen las cosas.

Kumara me ayuda a bajar la escultura y nadie parece señalarnos. Mis manos se estaban enfriando al agarrar el hielo, así que agradecí que nadie nos obligara a sostenerlo por más tiempo. arreglaron el mantel, repartieron platos y cotillearon en voz baja sobre mi hermano.

"Escuché que tuvo una pelea con el avatar, escuché que le gritó y rompió una mesa"

"¿En serio? Eso no suena como él, pero no culpo a su majestad después de todo lo que ha pasado"

No voy a tomar en serio los rumores del palacio para asegurarme de que Zuko estaba emocionado, pero siempre fue odiosamente dulce con sus amigos tanto como me hubiera gustado ver que eso sucediera.

Pokku tuvo que golpear la mano de Zulon para no agarrar una bola de masa de la mesa.

"Deja de comer, no queremos que nadie nos mire"

Lo vi antes de que me viera el médico del palacio me había visto crecer tenía chequeos mensuales con él, definitivamente me reconocería

Parecía viejo y cansado, pero eso no era nuevo, era viejo cuando lo conocí. No puedo imaginar por qué estaría aquí cuando no tenía que hacerlo, solo los nobles y la realeza estaban realmente obligados a estar aquí.

Me deslicé detrás de la espalda de Zulon y tiré de Kumara a mi lado.

"Necesito un disfraz. No hay forma de que no me reconozcan. Algunas de las personas aquí me conocen desde la infancia".

"Supongo que eso hace que dudo que un corte de pelo impida que tu familia descubra que estás vivo"

Miró hacia el salón de baile unos pasillos más abajo y tiró de mi brazo con ella, dejando a Pokku y Zulon parados allí en el comedor, incómodos.

No me gusta que la gente me tire de los lugares, pero cuando me agarró la mano no sentí la necesidad de quejarme.

Cruzamos el pasillo mientras yo mantenía mi cabeza agachada y cubierta por mi cabello. Capté algunas miradas probablemente preguntándose por qué una chica que se tapaba la cara corría por los pasillos del palacio.

La sala de artes estaba tal como la recordaba: el piso frío y las paredes coloridas no podían evitar admirar su belleza.
Nunca fui un gran artista físico, no me malinterpreten, tenía mucho talento, pero una vez que el abuelo dijo que sería la heredera del trono, eliminó todas las clases femeninas de mi horario.

Algunas de esas clases en las que estaba encantada de terminar con la etiqueta social y las clases de sociedad fueron un desperdicio. Básicamente te sentabas en una habitación mientras un anciano me golpeaba los nudillos con una vara cuando me encorvaba o derramaba un poco de té.

Pero admito que extrañaba pintar, una vez mi madre colgó una de mis pinturas de un estanque en la pared e inmediatamente comencé a crear tantas obras de arte como pude.

Pero el teatro era mi favorito, era donde florecía. Me encantaba ponerme una máscara y sumergirme en los grandes mundos de los dragones y los duelos.