Tenía una hermosa sonrisa.
Tanta era su belleza que al mostrarla hacía dudar al mismísimo infierno.
Su pelo era suave y, en sus rizos me envolvía, los tuve en mis labios.
La piel tenía un envidiable color bronceado, fuera de lo común.
La proporción de su cuerpo era la indicada. Ni más ni menos. Perfecta.
Sus caderas... ¡Oh Dios! Cabían con delicada perfección en mis manos, una delicia.
¿Perfección?
Atrás de esa celestial perfección había defectos.
¿Seré tonto?
Mentía.
¿Seré celoso?
Coqueteaba con otro.
¿Seré mal hablador?
Lo admito, sí.
¿Seré sobreprotector?
La quería para mí.Se cansó. La necesidad pasó a otro lugar. A otro chico. Solo fue una pequeña necesidad. Un pequeño momento feliz. Fui feliz y, se lo agradezco.
Cariño, que te follen.
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Lo último que escribo.