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Prólogo:

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Dallas, Texas.

Debería existir un límite para la cantidad de cosas malas que le pueden suceder a una persona en un solo día, pero lamentablemente no lo hay y soy víctima de ello. Contemplo a la directora del kínder en el que llevo más de dos años trabajando y parpadeo para intentar contener mis lágrimas, pero esto no es posible y éstas se deslizan libremente por mis mejillas.

Trabajé duro por este trabajo.

Se suponía que con este salario podría iniciar mi maestría en pedagogía, la cual no podré pagar si soy despedida. Le recuerdo a la Directora Miller todos mis méritos académicos y lo mucho que amo cuidar de sus alumnos, pero nada es suficiente.

—Lo siento, Sofía, pero violaste una norma muy importante para la institución.

Escondo el rostro entre mis manos.

—No sabía que el señor Anderson era el padre de Andrew. En Tinder se llama... —Mis labios forman una mueca mientras niego—. No creo que quiera saber cómo se llama. —Una peligrosa aventura nocturna era su nombre y tampoco tenía foto de perfil o biografía. Sé que todo en su perfil gritaba feminicidio o material para un nuevo documental o película de Netflix sobre la aplicación, pero estaba ebria cuando le di Match y aún más ebria cuando fui a su casa luego de beber unas copas con Lilah. En mi defensa, yo tampoco tengo una foto de perfil y no me considero persona extraña. En resumen, el alcohol desapareció de mi sistema cuando vi al padre de uno de mis niños abrir la puerta en calzoncillos—. No sucedió nada entre nosotros.

Sus cejas se alzan.

—Eso no es lo que dice el señor Anderson, ni Andrew.

Gimo.

—El señor Anderson está molesto porque no viví una peligrosa aventura nocturna con él sobre la tumba caliente de su esposa y Andrew se confundió. No estábamos haciendo nada malo. Solo ayudaba a su padre a destapar la plomería del lavamanos.

Después de descubrir su verdadera identidad quise irme a casa, pero él entre lágrimas y llanto inventó varias razones por las cuales debía quedarme. Una de ellas fue su plomería averiada. Mientras la arreglábamos Andrew despertó y nos vio de lejos de una manera que se prestó para malas interpretaciones. Sumado a eso, su madre murió un par de meses atrás y es muy pronto para una nueva mujer en su vida, en especial si se trata de su maestra. Después de arropar y tranquilizar a su hijo intenté irme de nuevo, pero su padre trató de besarme y lo rechacé. Siguió insistiendo y rompí un jarrón contra su cabeza por los nervios. A nadie, hombre o mujer, le gusta ser besado a la fuerza o sentir que lo manipulan emocionalmente para lograrlo. Suspiro al ver el rostro impasible de la Señora Miller, la correcta mujer de sesenta años que está tras la dirección del kínder.

—¿No hay nada que pueda hacer o decir para hacerla cambiar de opinión, verdad?

Niega.

—Lo siento, Sofía. —Se pone de pie y camina hacia la puerta—. Ve por tus cosas. Te enviaremos tu último cheque entre semana y una carta de recomendación. Es lo más que puedo hacer por ti.

Nuestra (Posesión #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora