Ibor, Weston y yo duramos despiertos hasta altas horas de la noche conversando frente a la piscina, pero de igual manera los tres nos levantamos temprano para empezar nuestro día. Ibor lo hace primero que todos para entrenar antes de irse. Al acabar se despide de los niños, de West y de mí dentro de su uniforme de los Cowboys, el autobús esperándolo en la acera. No lo verán hasta después del partido de apertura de la temporada, así que tanto Gen como W se guindan a sus piernas y le desean suerte. Mis labios se curvan, desde la mesa del comedor, cuando Weston le da una emotiva palmada en la espalda para desearle ánimos, e Ibor me dedica una mirada cómplice antes de tomarlo del cuello y juntar sus labios con los suyos, presionando su espalda contra la pared junto a la puerta mientras W y Genevieve caminan hacia mí.
Aunque mis pies pican por hacer lo mismo, despedirme, no quiero invadir su dinámica familiar más de lo que lo he hecho ya, por lo que me quedo en mi lugar hasta que Caroline aparece en el comedor sosteniendo un recipiente, sus mejillas rojas por lo duro que es alimentar a una familia con dos hombres adultos, uno en crecimiento y dos chicas con mucho apetito.
—Sofía, Ibor dejó su pastel orgánico, ¿puedes llevárselo? —pregunta, viendo hacia mí con súplica—. Debo volver a la cocina para seguir preparando el almuerzo de Gen y mis piernas son demasiado viejas —argumenta, a lo cual termino de ponerme de pie y lo acepto para llevárselo mientras Genevieve y W, quienes nunca comen de forma tan concentrada, lo hacen.
—Está bien.
—¡Eres una chica tan dulce, cariño! —dice mientras regresa a la cocina, a lo que empiezo a trotar hacia el exterior de la casa en pijama, mi mirada cruzándose con la de Weston cuando nos topamos en el umbral de la entrada de la Mansión Wertheirmer.
El empresario me contempla llegar a Ibor con los brazos cruzados sobre el pecho. El defensa de los Cowboys se encuentra caminando hacia el autobús con una mochila guindada de su hombro y un par de auriculares sobresaliendo de sus oídos. Cuando por fin lo alcanzo, mi pecho ascendiendo y descendiendo rápidamente debido al esfuerzo de correr hasta él, debo presionar la punta de mi dedo contra su hombro para que note que estoy ahí. Para ese punto ya hemos alcanzado la acera y sus compañeros se asoman por las ventanillas del autobús para vernos de una manera que calienta mis mejillas. Lanzan comentarios y bitores, chicos al fin, que no tienen ningún tipo de sentido.
Ibor es gay.
Jamás se fijaría en mí y por eso es tan fácil interactuar con West y con él. Porque cuando estoy con ellos no debo preocuparme de cosas como mi aspecto, mi mala suerte o mi personalidad. Porque en la mansión, ya que a ellos eso no les interesa, la presión social de ser la más bonita o la más sexy desaparece. Ellos me contrataron y me aprecian por quién soy. Prueba de ello es la manera en la que los ojos azules de Ibor brillan al verme despeinada y en pijama. Destartalada.
—Sofía —susurra con una sonrisa pequeña mientras acepta el recipiente de Caroline—. Eres cruel, Soft. Me hiciste creer que no ibas a despedirte y aunque me haga parecer un niño tonto y patético, estaba un poco triste por eso.
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Nuestra (Posesión #1)
RomanceUna chica, dos hombres, una tentación. *** Se suponía que Sofía solo sería la niñera de sus hijos y se suponía que el matrimonio gay que la contrató no la vería de esa manera... Pero lo hacen. Ellos la quieren. No solamente quieren una mujer que ame...
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