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Luego del cálido almuerzo que tuvo con su Alfa, Takemichi no recuerda mucho. Aunque eso no era tan extraño, cuando estaban en su época de apareamiento, los lobos internos tomaban posesión con mucha facilidad del cuerpo de sus humanos.

Takemichi no recuerda mucho, sus memorias se hallaban dispersas, pequeños fragmentos llegaban de vez en cuando a su cabeza. Mikey también había sido dominado por su lobo interno, lo cual lo emocionó, ya que cuando su Alfa estaba afuera, era muy divertido.

El lobo de su novio era muy violento, posesivo y rudo, al principio Takemitchy le había tenido bastante miedo, pero él JAMÁS lo lastimó, aunque era brusco a veces, también era tan dulce como algodón de azúcar.

Jugaron, se dieron dulces mimos y como un buen Alfa marcó su cuerpo de todas las maneras posibles, hasta dejar satisfecho (lo cual nunca pensó que podría ser posible) a su meloso e insaciable lobo, dejándolo lleno de todo su amor y repleto de su abundante semen.

Finalmente Takemichi fue recuperando el control de su cuerpo, como seguía en su celo, su mente febril aún necesitaba de manera desesperada, los toques y la atención de su Alfa. Era casi un milagro que estuviera consciente, Takemichi asumió que eso se debía a que su lobo estaba muy contento, por la marca y por ser llenado tan constantemente.

Además era casi seguro que iba a quedar preñado, aunque no iba a quedar muy sorprendido si su óvulo ya hubiera sido fecundado por los espermatozoides de su novio.

Takemichi ahora estaba entre las piernas de su hermoso Alfa, recibiendo gustoso sus mordidas y los cardenales de chupetones en su magullada piel. No se movía, o al menos intentaba no moverse mucho, ya que cada que intentaba hacerlo  Mikey lanzaba profundos gruñidos, ya que su celoso novio tenía miedo de que escape y lo abandone.

Lejos de que eso le moleste, le parecía tan adorable e incluso algo agridulce, ya que Takemichi entendía que Mikey era así de posesivo, porque había perdido literalmente a toda su familia de maneras trágicas y hace solo un día se enteró que su manada lo había traicionado...

Lo único que le quedaba ahora era él y su hermano mayor.

Takemichi tendría que esforzarse bastante para darle una bonita familia a su pareja, probablemente Mikey jamás vuelva a confiar en los miembros fundadores de la ToMan... Pero él intentaría cuidarlo y protegerlo muy bien, así como lo hacían Draken y todos los demás.

— ¿Mikey-kun? — preguntó Takemichi, una vez que Mikey detuvo sus mordidas, parecía bastante satisfecho, así que intuyó que por fin había terminado.

Mikey no respondió al menos no con palabras, lo cual también era bastante normal debido a su estado. Su firme agarre se disolvió, sus manos fueron a su plano vientre donde dejo suaves caricias.

Takemichi notó que las manos de Mikey estaban temblando.

Takemichi quiso llorar, no solo por lo cuidadoso que era su compañero, si no porque por esa acción entendió que la sensible nariz de su alfa, había detectado que ya estaba en cinta.

El olor de un omega, no solo delataba su estado de humor o si estaba en celo, también si estaba preñado. Usualmente su aroma se volvía tan empalagoso como en su época de apareamiento, el cambio era gradual, se notaba a las semanas, pero debido a que Mikey no era un simple Alfa, si no que era su Alfa había notado al instante que se estaba desarrollando vida en su útero.

— Habrá que pensar en un nombre bonito para nuestro cachorro, Alfa — murmuró entusiasta, su pecho se sintió cálido cuando vio sonreír de una manera suave a su novio.

Eres mío, soy tuyo |Maitake| [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora