INEFABLE

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I

Miré por la ventana, la nieve cubría el suelo, y hacia juego con mi largo vestido blanco. Estaba nerviosa, mis mejillas se tornaban rojas del frío, y mis dientes empezaban a temblar cada vez mas rápido.

Sabía que se acercaba.

El matrimonio tuvo un efecto plenamente jurídico desde el contrato de esponsales, que era establecido firmemente entre mi padre y mi prometido (El cual no conocía), y se acordó sin mi consentimiento.

Nunca estuve de acuerdo con esto, principalmente porque me lo mencionaron en mi cena de cumpleaños número 17. Y porque, aunque mi padre creía que no sabía, mi prometido (Un total desconocido) Me había comprado.

Mi marido pagó un dote que consistía en la entrega de un patrimonio en tierras, castillos, siervos..., entre otras cosas. En pocas palabras, entrego parte de su fortuna para casarse conmigo.

La puerta se abrió cortando en hilo de mis pensamientos, y entro mi madre, sus ojos buscaron por toda la habitación hasta que encontraron los míos, había heredado mis celestes de ella, sus ojos brillaron al darse cuenta que ya estaba lista, ella quería esto, pero también sabia como me sentía.

Mi madre, una mujer de 45 años, con un hermoso y largo cabello rubio. Era un poco más bajita que yo y su piel ya empezaba a mostrar pequeñas arruguitas. Una mujer que hizo que nunca me faltará amor.

Ella se caso joven como yo, pero a diferencia de mi, ella si conoció a mi padre antes de la boda.

Mi madre me ha escuchado estos días que me he desahogado con ella. Considero que con la única persona con la que puedo hablar con la verdad, sin miedo a exponer mis pensamientos o emociones, es ella. Pero su única respuesta a mi llanto y sufrimiento:

Es lo mejor para el reino hija mía.

Mi madre es una mujer fuerte e independiente. Sabe defender a una mujer y nunca a agachado la cabeza frente a un comentario machista de mi padre. Sin embargo, jamás ha mencionado una palabra sobre su desacuerdo con las opiniones de su marido.

Pero a diferencia de mi madre, mi padre siempre me ha reprochado que todo seria distinto si fuera hombre, y según él, desde mi nacimiento, todos mis errores han sido por "ser mujer".

Mi madre me abrazo interrumpiendo mis pensamientos, tarde unos segundos en devolverle el abrazo.

—Te vez hermosa hija mía—, Dijo separándose de mí.

—Gracias madre.

Me tomo de la mano y me guio hacia el espejo, mi cabello negro– heredado de mi padre–,
resaltaba sobre la tela blanca. El vestido era un hermoso vestido sin mangas, tenia un cinturón de plata, y en la falda tenia mariposas que se hacían mas grandes mientras llegaban al final. El vestido blanco igual que la nieve casi brillaba frente al espejo.

Mi madre detrás de mi me tomo de los hombros.

—Estoy tan orgullosa de ti–.Dijo sin dejar de ver el vestido mientras sus ojos se empezaban a cristalizar.

—Gracias madre—. Dije sin mucho interés.

No tenía que fingir falsa alegría con a su lado, ella más que nadie sabe que no acuerdo con esto de la boda.

Buscando mi final feliz / En procesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora