III - En el paraíso

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Armin había sido muy paciente.

Con toda la cautela del mundo, fue recogiendo los trocitos de su corazón roto; luego de que cierta persona le hubiera demostrado lo que se sentía volar por las nubes y más tarde entrase en la infinita y cruel negación.

Pero no era estúpido, sabía que las ilusiones se las había hecho sólo. No existía fuerza sobre la tierra que obligara a Eren a hacer algo que no quería, menos aún, si se trataba de forzar sentimientos. Esa jamás fue su intención... irónicamente, por esa misma razón, mantenía viva la esperanza. Si había pasado aquello, era porque ambos así lo habían querido. ¿Se habrá arrepentido?

A pesar de todo, aún le quedaba dignidad suficiente como para entender cuando no era bien recibido y retirarse; o para saber lo que significaba que no te quisieran mirar a los ojos; o el rechazo absoluto hacia cualquier mínimo contacto físico... repulsión, vergüenza y quizás culpa eran evidentes en los ojos de Eren, al menos así lo entendía Armin.

Toda esta cadena de situaciones incómodas al menos trajo algo genial a su vida: la amistad con las chicas. Últimamente, ante las ausencias y evasiones de Eren, el entrenamiento se había  vuelto extenuante y tedioso, salvo por el detalle de que pasaba más tiempo con las mujeres del grupo; y de las cuáles había aprendido un montón.

Por eso se había levantado más temprano que nadie para ir a ayudarlas con las cosas y luego partir con ellas hacia el lago.

-Wooohoo! ¡Llegamos niñas!- gritó Sasha entusiasmada

La vista era hermosa, quién pensaría que encontrarían un lago verde espejo detrás del bosque, si se atrevían a salir de las murallas un poco.

Se apresuraron a dejar todo lo que traían para ir bañarse.

- Ayúdame a tender esto, Mikasa.
Se acercó Christa con un enorme mantel blanco. Y las dos chicas tendieron la tela en el pasto, a la sombra de un árbol grande.

Pronto Armin y el resto dejaron el lugar arreglado. Pusieron cestos de pan y fruta sobre el mantel, tacitas de té frío, galletas y todo cuánto trajeron. Era un picnic de ensueño.

No dudaron en sacarse lo que traían puesto y quedar en lo que llamaban bañador. Que era más bien un conjunto de tela color crema, de camiseta corta y pantaloncillos bajo el ombligo que llegaban a la rodilla. Armin por su parte traía algo parecido, solo que con una camiseta un poco más holgada y apenas más larga que el resto.

La primera en echarse al agua fue Christa... no por voluntad propia, claro. Las dementes de Sasha e Ymir la habían agarrado por los costados para aventarla.

-Se pasaron, son unas perras... comentó Annie sentada en la sombra.

Mikasa sonreía en silencio mientras miraba la escena. Christa salía furiosa del agua y le daba a Sasha una nalgada, mientras Ymir corría por salvar su trasero. Armin no podía hacer nada más que reír a carcajadas... la felicidad que le causaba estar entre las chicas era infinita. Lo hacían reír, y sobre todo, lo hacían sentir parte. Armin no se sentía avergonzado de ser sensible delante de ellas...

Pronto se metieron todos juntos al agua, bastante fría, en contraste con el calor abrasador que hacía. Jugaban, chapoteaban, nadaban hasta la parte profunda y regresaban a la orilla... parecía otro mundo, como si nada malo pudiera existir en ese momento.

Nadaron hasta que se les arrugaron los dedos. Así que mientras pasaban el rato fuera del agua, se pusieron a recolectar flores de diferentes colores y tamaños que se podían encontrar por la zona. Tejían pequeñas coronas de flores sobre sus cabellos húmedos, tomando el sol a la orilla de agua, a veces riendo, a veces cantando.

La Ignorancia es Virtud Donde viven las historias. Descúbrelo ahora