Extra - L.E.A

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Este acontecimiento tiene lugar después del capítulo V y antes del capítulo VI de esta historia.

Un regalo para mis lectores y también para mi, porque me encantó escribir esta parte.
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Eren y Armin se apresuraron a entrar a la oficina del Capitán Levi a las siete en punto de la tarde, tal y como él se los había ordenado.

Los nervios estaban a flor de piel. Era de esperarse que Levi les echara un tremendo sermón a los dos, dados los acontecimientos de esos últimos días: ya lo que cruzaba por los pasillos no eran simples rumores. Eren Jaeger y Armin Arlert se tomaban de las manos y se besaban en público, sin temor a represalias, pero estas llegarían tarde o temprano.

Los de alto mando se enteraron, y se esperaban que pronto les llegaran con malas noticias.

Ambos se miraron el uno al otro antes de entrar...

-Armin, sea lo que sea. Yo me hago responsable de todo.

El otro chico sólo bajó la mirada al suelo y asintió con la cabeza. Era obvio que no iba a permitir que Eren cargara con todo el castigo sólo...

Tocaron la puerta y Levi les abrió del otro lado.

-Entren.

Se apresuraron a adentrarse en la oscuridad sombría de la impecable oficina del capitán, quién cerró la puerta detrás de ellos y le echó llave.

Eren tragó saliva. ¿Qué clase de discurso le esperaba de alguien que se aseguraba de cerrar la puerta de esa forma?

El capitán se dirigió a su escritorio con ese aire petulante típico suyo. Se sentó en el frente, en lugar de ir detrás y sentarse en su silla. Eren supuso que con ello buscaba imponer superioridad.

-Siéntense.

Los dos obedecieron y buscaron sentarse en las dos sillas que se encontraban justo frente a la mirada gélida e inexpresiva del Capitán.

-Muy bien, tortolitos... Así que decidieron pasarse nuestras órdenes por el forro de los huevos...

Aquí va un discurso pasivo agresivo lleno de estupideces, pensó Eren.

-... no solamente eso, sino que encima decidieron poner en riesgo a toda la legión y echar abajo todo el progreso que habíamos conseguido ante los salvajes de policía militar.

-... es mi culpa.

-¡Cállate! Hablarás cuando yo te diga.

Hizo una pausa y suspiró.

-¿Tienes idea de lo que se dice de ti allá afuera?

-No...

-Dicen que eres una bestia depravada. Que tenemos que ejecutarte y luego exorcizar tus restos para que el demonio que trajiste se vaya de este mundo.

Eren no pudo evitar soltar una pequeña risa ante lo último. Armin lo miró con los ojos abiertos, como si quisiera decirle que se había vuelto demente en ese instante.

La Ignorancia es Virtud Donde viven las historias. Descúbrelo ahora