IV - Silencio

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Ya no existía forma ni manera de evitar los rumores.

Los chismes corrían como la espuma en todos los rincones de la legión: Armin, el rubio bonito de la 104 era homosexual... y quién sabe cuál de los chicos estaba detrás suyo y tambiénlo era.

La fuga de información se dio por las indiscreciones de Ymir, y tal vez, por la torpeza de Connie, quien nunca aprendió a moderar el tono de voz al hablar. De igual forma, importaba poco quién había sido el "culpable"... la situación era irreversible.

"Yo escuché que ya tiene novio", "Shh, viene con Jaeger, no le gusta nada que hablen de su amigo", "Seguro lo reportan a Erwin y lo mandan a casa".

Las cosas no podían ser más difíciles para Armin... aunque no era como si fuera la primera vez que sale a la luz un caso como el suyo. De otros se han escuchado rumores, con la única diferencia de que Armin no hacía el mínimo esfuerzo por demostrar lo contrario. Supo de la boca de Hange que en décadas anteriores, las relaciones sentimentales entre hombres o entre mujeres eran consideradas una falta grave dentro de las tropas. Pero más adelante, la gente dejó de condenarlo y dejó de importar que los reclutas tuvieran relaciones sentimentales de cualquier tipo.

Ante eso, Armin no le vio ningún sentido a esforzarse por "desmentir" algo que era cierto... sin embargo, los comentarios seguían siendo letales. Y un chico como Armin, que ya de por si era considerado débil, sería blanco fácil de burlas y humillaciones por no ser "tan hombre" como el resto.

Pero Armin no tenía nada de débil. Su fortaleza mental le era suficiente para ignorar todo lo que se decía de él y seguir su camino. Tanto los chicos como las chicas de su tropa lo querían y respetaban, encima de todo lo defendían. Con eso era más que suficiente.

Eren por su parte... era otro caso. Estaba insoportable. Como si no fueran suficientes sus repentinos arranques de agresividad y cambios de humor, ahora estar irritable y a la defensiva se había convertido en su estado de ánimo permanente. Y como no? Si cada vez que caminaba cerca de un grupo de gente, no podía dejar de escuchar comentarios estúpidos en torno a la sexualidad de su amigo... y a veces, uno que otro sobre la suya. Como aquel incauto que se le ocurrió susurrar que "ese debe ser otro, la legión se llenó de maricones" delante suyo y se llevó dos puñetazos en la cara como regalo de parte de Eren.

Lo único que podía aliviarlo eran los escasos momentos en los que lograba encontrar un mínimo de tiempo a solas y un escondite perfecto para escabullirse con Armin. Comérselo a besos era su nuevo deporte. Dejarle pequeñas marcas en partes del cuerpo que no se podían ver, se había convertido en su única distracción. Armin lo único que podía hacer era cerrar los ojos y dejarse llevar, pacientemente esperando por ir un poco más lejos la próxima vez.

-Levántate la camisa.

Armin, recostado frente a Eren en la oscuridad de un armario de limpieza, obedeció a Eren, se levantó la camisa hasta el pecho y enseguida su compañero se dispuso a morderle suavemente el abdomen.

-¿Te gusta? Te haré tres marcas, para que no te olvides de cuánto te deseo.

Armin gemía tratando de taparse la boca... aunque el miedo a ser descubierto sólo lo hacía más excitante.

Cuando Eren terminó, le quitó la mano de la boca

-No te tapes, me encanta como se oyen tus gemidos.

-Lo sé.. pero si nos escucha alguien...

Pero Armin no pudo seguir porque Eren se había lanzado a morderle los labios y seguir besándole hasta que se hiciera la hora de volver a los dormitorios.

Cuando salieron, se fue uno primero que el otro para no levantar sospechas.

Armin llegó primero a los dormitorios, como siempre, y se fue directo al baño a cambiarse de ropa.

La Ignorancia es Virtud Donde viven las historias. Descúbrelo ahora