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Los ecos de la batalla resuenan en la mente de Felthor. Los cascos de los caballos contra el suelo, el clamor de las espadas y los gritos de los guerreros, luchando valientemente contra un enemigo que no pueden vencer. Felthor había liderado una docena de rebeliones y levantamientos para derrocar a los hechiceros y devolverles la libertad a los hombres pero cada uno de ellos había terminado con una aplastante y vergonzosa derrota. Aquella última batalla no fue la excepción, las legiones demoniacas de Narion el Rojo habían barrido el ejército de Felthor apenas unas semanas después de que consiguiera reunirlo y con ello, acabo otra rebelión incluso antes de que comenzara.
El recuerdo aun lo asediaba; había logrado reunir cinco mil soldados y un tercio de monturas, era el mayor ejército que había reunido hasta ahora. Desplegados en los verdes campos con las montañas a sus espaldas tenían un aspecto impresionante como un rio de acero arrastrándose por aquellos prados. Tal fuerza sembró la esperanza en el corazón de Felthor, quien a pesar de ser bastante escéptico por naturaleza, se atrevió a fantasear con la victoria y con ello, esperaba atraer más hombres a su causa. Las legiones de Narion acabaron con esas esperanzas de manera breve y brutal, con sus engendros demoniacos masacrando a los valientes soldados. El propio Narion acabó con medio millar de hombres a lomos de su bestia blanca de tres cabezas y fue entonces cuando Felthor finalmente hizo sonar el cuerno con la señal de retirada.
Habían pasado varios días huyendo, sin apenas descansos y manteniendo un ritmo agotador que le pasó factura hasta el propio Felthor, lo que fue aún más costoso para los enfermos y los heridos, quienes durante cada día de marcha se desplomaban por decenas, sin que nadie pudiera ayudarlos. Fue hasta que cruzaron el rio Daga que se permitieron descansar y llevar un ritmo más pausado y después de eso, poner rumbo a la ciudad de Soma, ultimo bastión del antiguo reino de Hanfor y un nido para rebeldes. Si los hechiceros no la han arrasado es porque resuelve más problemas de los que provoca y el reino de Hanfor aún puede reunir suficientes espadas como para desatar una rebelión mayor que no podrán frenar tan fácilmente.
Luego de varios intensos días de marcha, por fin se divisaban en el horizonte los muros negros de Soma, la última ciudad de Hanfor y una de las últimas que quedan en los reinos de los hombres. La desastrada columna hace ondear la bandera de dos alas doradas sobre fondo de plata, símbolo de las Espadas de Plata y por ende, aliados de la ciudad. Las Espadas de Plata es el nombre que Felthor le dio a sus legiones de rebeldes y su emblema es conocido en todos lados, aunque son pocos los que los toman en serio y muchos los llaman lunáticos por seguir alzando la espada a pesar de no poder vencer, razón por la que son pocos se unen a sus filas.
-Dile a los hombres que descansaremos en Soma y nos haremos con refuerzos,-le dice Felthor a Ozhag, uno de sus oficiales,-En una semana partimos nuevamente, esta vez en dirección a Felseny. No somos los únicos que se han alzado en este momento y hay varias compañías rebeldes causándoles problemas a los hechiceros. Los Sverd no se han inmutado de momento, podemos aprovechar eso.
-No esperes que estos hombres te sigan,-le responde Ozhag,-Están agotados, asustados y hambrientos. Una batalla basto pata matar su esperanza y ahora mismo solo anhelan estar a salvo tras esos muros. Si una oveja consigue escapar de los lobos y volver al redil, no saldrá de ahí tan fácilmente.
Era algo que Felthor no había considerado. Ni siquiera entendía porque esos desgraciados aun lo estaban siguiendo <<Están esperando que los lleve a un lugar donde estén a salvo>>,-comprendió Felthor,-<<No me ven como su comandante, sino como su madre, piensan que volveremos a casa y les curare las heridas mientras les digo que ya paso y que todo estará bien>>
-Partimos a los campos de Lhozu con cinco mil guerreros y huimos con poco más de un millar de ovejas asustadas,-dice Felthor,-Las ovejas no ganan guerras. Quizá queden algunos lobos por ahí, pero no son suficientes para llevarlos a la batalla nuevamente.
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Luz Entre las Cenizas
Aventura¿Que tan lejos se puede llegar cuando la humillación te corroe por dentro? ¿Cuando tras años de guerras perdidas ya no tienes nada que perder? Esta es la historia de un hombre roto, que recupera una pequeña llama de esperanza cuando se le presenta u...