El viento helado soplaba desde el norte y cortaba las prendas de lana y el acero como un cuchillo. Estaban acampando en los restos de una fortaleza que era poco más que varios montículos de rocas cubiertas de musgo, algunos muros cayéndose a pedazos y una esbelta torre que daba la impresión de que cualquier día iba a venirse abajo. Aun con el cobijo de un muro cubierto de musgo y trepadoras, la mordida del viento era feroz y las cuatro almas titiritaban mientras Felthor trataba de encender una hoguera.
-Cuando quieras cariño,-le dice Joxler mientras se arrebuja más en su capa.
-¿Quieres hacerlo tú?,-le contesta Felthor, irritado por la marcha de aquel día y por la sola presencia de Joxler, mientras continua frotando el cuchillo y el pedernal con la esperanza de arrancarle una chispa que el aire no apagara de inmediato.
-Había escuchado que los agumarios eran unos prodigios en todo y que eran una raza superior, protegidos por los herreros de la luz y bendecidos con poder e inteligencia, pero ya veo que ni siquiera pueden encender una fogata,-dijo Joxler con desprecio. Justo cuando terminaba de pronunciar esas palabras, Felthor hizo saltar una chispa del pedernal y de inmediato cubrió la incendaja con sus manos para que pudiera brotar la llama naciente,-Vaya, no eres un inútil después de todo,-añade.
-Maldita sea, Sverd. Cierra la boca de una vez,-le contesta Arnor,-No ha salido nada útil de tu boquita de príncipe desde que partimos de Soma.
-Ozhag. Tu no eres de Agumar ¿Verdad?,-le pregunta Joxler al fornido guerrero recostado en una roca, ignorando a Arnor.
-¿Por qué la pregunta?
-Eres aún más incompetente que estas bestias, no te he visto hacer nada mas que cabalgar en silencio y dormir cuando acampamos ¿Sabes siquiera empuñar una espada? Seguramente solo eres un campesino engalanado con acero.
-Ven aquí y haré que debas recoger tus tripas antes de que siquiera desenvaines tu arma,-le contesta sin voltear a verlo,-Haznos un favor a todos y cierra la boca.
Unos pasos comienzan a resonar entre la maleza, ligeras zancadas de cazador que cualquiera sin un oído experto ignoraría. Entre la maleza una esbelta silueta femenina toma forma y se acerca hacia el campamento, acompañada de la voz de Aloryn,-He traído un ganso y varias frutas, así que al menos esta noche comeremos bien,-dice en un tono casi amistoso
-¿Podemos agregar la lengua de Joxler al menú?,-pregunta Arnor.
-De momento no, cariño. Una disculpa,-le responde luego de una breve risa,-Incluso entre los Sverd odiamos a Joxler, y si nosotros lo soportamos ustedes también deben hacerlo.
-Joxler no ha aportado nada más que su irritante presencia ¿Por qué está aquí? Debe haber otra razón,-le contesta.
-Ya te lo he dicho. Nos hará falta,-le responde Aloryn, esta vez sin sonreír.
-Venga ya, dame esa ave para que podamos cenar de una vez,-le dice Ozhag a Aloryn mientras extiende la mano. La chica le lanza el ave a Ozhag, quien comienza a desplumarlo rápidamente con manos como aspas de molino. Mientras Ozhag prepara el ave, Felthor aviva la hoguera con leños y afila un palo para usarlo como espetón y coloca unas piedras bordeando el fuego. En cuestión de minutos, el ave ya estaba empalada y asándose en la llama. En menos de una hora ya estarían cenando.
Mientras la carne se prepara, Felthor va a su montura y de las alforjas saca un trozo de cuero desvaído; un mapa que representaba todo el reino de Hanfor, el sur de Agumar y regiones vecinas,-Según esto, estamos en la fortaleza de Piedrablanca,-dice Felthor mientras continua examinando el mapa,-Fue un lugar importante hace siglos, pero nada más. La buena noticia es que estamos muy cerca del río. Si vamos a buen paso, mañana podremos acampar en la orilla.
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Luz Entre las Cenizas
Pertualangan¿Que tan lejos se puede llegar cuando la humillación te corroe por dentro? ¿Cuando tras años de guerras perdidas ya no tienes nada que perder? Esta es la historia de un hombre roto, que recupera una pequeña llama de esperanza cuando se le presenta u...