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Y todo salio mal. Para comenzar los chicos habían llegado dónde Seungmin empapados, corta historia en dónde una abuela los mojó por error al regar sus plantas al aire libre. Lo segundo fue que Seungmin estaba hecho un caos. Faltaban unos 15 minutos para que Bangchan fuera a recogerlo y él ni siquiera había desayunado de los nervios. Lo siguiente fue que por suerte ayudaron al menor a alistarse a tiempo y comer algo de paso pero no habían acordado en cómo todos seguirían a Bangchan y Seungmin "discretamente" en su cita. Iba a ser demasiado obvio que seis personas los perseguían.

— Yo propongo disfrazarnos. —Hyunjin alzó la voz luego de observar a todos en silencio por unos minutos.

— No servirá, hay que dividirnos por sectores, según Seungmin harán una recorrida por el parque y el centro comercial. —Informó Jeongin con astucia.

— Sigamos el plan de Jeongin, Hyunjin sólo quiere disfrazarse desde que vio el cumpleaños de unos niños camino hacia acá. —Comentó Jisung mientras observaba por la ventana la charla de Seungmin y Bangchan.— Creo que ya comenzarán a caminar.

— Manos a la obra. — Dijo Minho mientras secaba los últimos mechones de su cabello que aún permanecía húmedo.

Esperaron a que la pareja se alejará unas casas para comenzar a seguirlos. Minho y Hyunjin irían detrás de ellos, Han con Félix por la vereda contraria y para finalizar Jeongin con Changbin quiénes se adelantarian a todos para observar desde adelante.

Bangchan parecía no percatarse de la situación por lo que con comodidad sujetó de la cintura a Seungmin mientras esperaban unos conos de helados. Seungmin parecía estar menos nervioso y comenzaba a divertirse pero aún asi observaba disimuladamente a sus alrededores. Los minutos pasaban y la pareja simplemente mantenían charlas largas con risas y algunos roces. Algo que para él romántico de Hyunjin era aburrido.

— Debemos hacer que se besen. —Comentó mientras llenaba su boca con palomitas que se había comprado de paso.

— Ajá, entonces contratemos a unos fantasmas para que empujen sus cabezas. — Respondió lleno de alegría Minho, alegría que claramente era apenas verdadera.

— Oh!, mi vecina es bruja podemos pedirle que nos contrate algunos.

— ¿Bruja?. —Minho no creía en esas cosas.

— Si, una vez estaba molesta y un perrito que pasaba a su lado se hizo popo del miedo, clara magia de bruja. — Hyunjin lanzó el cartón de las palomitas a un basurero mientras enganchaba su brazo en el hombro de Minho.

— Oh eres muy tonto o tienes retraso. — Minho se agachó bajó una banca al observar cómo Bangchan se giraba a su dirección. — Que rayos, porque se están regresando.

— Creó que a Seungmin se le cayó algo. —Hyunjin revisó el piso en su dirección y observó una pulsera. — O-oye Minho... Creó que vamos a hacernos popo como el perro de mi historia.

— Deja de hablar estupideces estoy apuntó de morir por tú culpa. —Refunfuño.

— Es enserio, la pulsera de Seungmin, mira. —Apuntó el pie de Minho dando a entender la situación al mayor.

A Seungmin se le había caído su pulsera y para variar estaba en el pie de Minho. Ahora todo acabaría. Bangchan los encontraría y serían historia. ¿Porque y cómo justamente la pulsera había llegado a el pie del rubio?.

— Tranquilo debe estar por aqui. —La voz de Bangchan se escuchó en sus espaldas alertando a los dos adolescentes escondidos.

— Minho quiero que sepas que fue un gusto no gusto estar a tú lado hoy. — Musito el pelinegro mientras cerraba sus ojos con fuerza.

— Eres un idiota. —El mayor agarró la pulsera en su pie cuándo escuchó unas manos introducirse en los arbustos y la lanzó a la cara de Bangchan sin dejarlo ver sus rostros. — ¡Corre!.

Minho agarró el brazo de Hyunjin así saliendo de su escondite comenzando a correr en dirección a una tienda cercana mientras observaba a Seungmin boquiabierto y a Bangchan frotando sus ojos con un grito molesto. El pelinegro gritaba aterrado debido a que tuvieron que cruzar la calle sin observar si el semáforo estaba en verde o no. Una vez entraron a la tienda se agacharon detrás de un mueble repleto de juguetes para observar a través del vidrio de aquel lugar.

— Siempre quise golpear a míster perfección. —Comentó con una risa malvada Minho mientras se dejaba caer agotado al piso de la tienda.

En ese instante apenas pudo caer en cuenta de que las personas que estaban allí adentro los observaban. Debía disimular o creerían que eran unos delincuentes en fuga.

— Ah... Tienen una pelota de ping pong?.

——

La pelota de ping pong va a servir de mucho.

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