El recuerdo de un adiós ✔

Capítulo nueve

| Hasta que reencarnemos...|

—T/N, ve con el Oricalco y llévate a Unity. —Le ordenó Degel.

—Pero... Degel-sama... No puedo abandonarlo... Yo...

—Kardia ya no está, aunque sea... Uno de nosotros—él apretó sus puños con fuerza —debe sobrevivir para llevarle el oricalco a Athena y así poder vencer en esta guerra Santa.

Unity toma el Oricalco y le da la mano a la peli azul, quien lo duda por unos segundos. Degel le dedica una sonrisa y suelta un alivio. Ambos van hacia donde yase encontraba la salida, pero... Uno de los escombros logra caer, T/N logra salvar a Unity. Aquella estaba en el suelo, entre el montón de rocas... Ella estaba desidida a quitar esa enorme roca, pero se percata de algo importante, y era que si la roca era destruida, el lugar colisionaría en cuestión de segundos, haciendo que todo haya sido en vano.

—¡Corre, llevale eso a Athena!

—¡No! Degel dijo que...

—¡Si logro apartar esta roca, solo será cuestión de segundos que este lugar colisione!

Él aparta la mirada y huye del lugar. Aquella va hacia donde está Degel, ella sabía que tal vez y esta sea su última batalla, por lo cual debe de poner todo su empeño.

—Maldición... Ya no podré burlarme de Thenma.

Ella llega a lado del caballero de Acuario, quien se queda perplejo al verla.

—¡¿Qué haces aquí?!

—Los escombros del lugar nos separaron, y no podía hacer nada.

Ambos dirigen su mirar a Poseidón, quien era Seraphina —o mejor dicho—su cuerpo. El cosmos que emanaba de ella, no había duda... El emperador de los mares estaba despertando, después de su eterno descanso desde la última guerra Santa. El Dios logra atacar a Degel, pero ella logra intervenir y es atravesada por su poder, ella cae en los brazos de su maestro mientras apretaba sus dientes conteniendo el insufrible dolor que le había ocasionado. La herida era bastante progunda. Las manos de Acuario se llenaron de sangre, él la regaña por unos momentos. Degel posa su mano en el lugar de la herida para poder congelarlo, ella gime de dolor, pero era lo de menos.

—¿Estás bien?

Ella asiente.

Ambos le hacen frente a la estatua. Es en ello en donde una fuerte tormenta empieza a emanar de Poseidón. T/N para poder detenerlo levanta sus manos.

—No lo hagas —le advierte Degel —. En tu estado es peligroso que lo utilices.

—No importa lo que pase, siempre y cuando cumplamos nuestro juramento, ¿no es así? Aún cuando eso nos lleve a la muerte. Debemos ser fieles a ese juramento.

—Para ser un caballero de Athena, ustedes deben cumplir un juramento —habla el patriarca —. Y eso es, proteger a nuestra Diosa y a la tierra, aún y eso nos lleve al borde de la muerte.

—T/N. —Murmura Degel.

Ella juntó ambos brazos y unió sus manos, logrando crear un concentrado de frío... Ella tenía que llegar al frío absoluto, y para ello debía de empeñarlo en un solo ataque...

—¡Ejecución de Aurora!

La poderosa brisa de viento helado hace que Poseidón retroceda. Ella se tambalea, sus piernas habían comenzado a fallarle y ella ace de rodillas miembros sus piernas temblaban. Degel la sostiene mientras ella hace un esfuerzo para poder mantenerse de pie y seguir peleando.

—Degel-sama, usted no puede... —Ella lo mira fijamente. —Déjeme ser yo quien lo ayude en estos momentos... Porque estoy claramente conciente de lo importante que es para usted la Señorita Seraphina. —Ella escupe sangre y sigue hablando —Nadie quiere combatir contra la persona que quieren, ¿no? Usted la ama, así que será mejor que yo pelee.

—¡No seas tonta, T/N, yo soy tu maestro y tú mi alumna! ¡Soy yo quien debe protegerte! Tú estás muriéndo, eres demasiado joven... Debes vivir. —Suelta Degel.

—Degel-sama... Yo... No quiero ser una carga para usted... Ya me he cansado de eso... Porque... Porque estoy enamorada de usted —confesó —. Usted fue quien me salvó, quien me enseñó lo maravillosa y bella que es la vida—Sus lágrimas caían —. Lo efímera que es la vida. Ahora es mi turno, déjeme que yo sea quien le salve la vida ahora mismo. Se lo pido... Tome el oricalco y huya, es de prioridad que todos los Santos de oro estén al frente en la batalla contra Hades. —Ella se tambalea y cae en los brazos de su maestro.

Degel la sostiene en sus regazos mientras ella queda perpleja.

—¿Por qué no huye? Para usted le será más fácil escapar... Yo —ella intenta incorporarse, Degel la detiene y toma su mano.

—Has hecho suficiente, T/N. Has sido una verdadera caballero de Athena. —Degel le dedica una sonrisa a lo cual ella sonríe con sus mejillas sonrojadas.

Degel no tiene más alternativa que usar eso para detener la completa resurrección de Poseidón. Por lo cual logra crear que toda la camara sea un ataúd de hielo, el lugar poco a poco se iba congelando hasta llegar al cero absoluto.

—Degel-sama...

Él la abraza con fuerza.

—T/N... Perdoname... Fue mi culpa... Yo... Nunca debí guiarte por este camino, de lo contrario ahora mismo estarías gozando de una vida normal, sin sufrir tanto—se lamentó —. Para mí tú eres la persona más importante de mi vida, tú estabas a mi lado en cualquier momento... Yo... T/N yo... Te amo.

Ante las palabras de Degel ella suelta lágrimas.

—Degel-sama... Yo también lo amo.

Él esboza una sonrisa triste, él acerca sus labios a ella. Sus cuerpos estaban siendo congelados poco a poco, hasta que la ausencia de calor se hizo presente. El corazón de ambos latía con fuerza, ninguno podía sentir el calor del otro. Degel y T/N despegan sus labios lentamente.

—Degel-sama... Si es posible... Si es posible que reencarnemos, me gustaría volver a verlo... Y estar a su lado. —Ella se apega a su pecho mientras él la cubre con su cuerpo.

—Sí. Te prometo que en otra vida... Te buscaré y te diré todo lo que siento...

—Y yo lo estaré esperando...

Degel apreta la mano de su amada con fuerza mientras eran consumidos por el hielo.

—Degel-sama... Tengo mucho frío. —Dice débilmente mientras hacia un intento por no cerrar los ojos. Él pone su frente contra la de ella mientras la abrazaba con fuerza.

El lugar quedó totalmente congelado... Ambos habían sido víctimas de ello... Mientras tanto Unity había logrado llegar a la camara de patriarca en donde yase encontraba Athena. Ella logra ver al albino, y se percata de lo herido que estaba.

—Lo lamento, todo fue mi culpa...

—No te preocupes... —La Diosa lleva su mano a la boca derramando lágrimas —Les prometo mis queridos caballeros que no será en vano y que ganaremos en esta guerra Santa... —Murmura.

«T/N, Degel, Kardia... Hicieron un excelente trabajo»