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Entre la década de los 650 a.c...

Los truenos resonaban por toda la ciudad, en el frondoso bosque en medio de la noche con la luz de la luna y las ramas crujieron bajo sus pies descalzos, le dolían de estar corriendo descalza por más de una hora con la respiración agitada. Ni siquiera sabía por dónde se dirigía, lo único que deseaba era escapar de lo qué sea que la perseguía y lo único que sabía es que eran monstruos. Ya no le quedaba nadie por quién pelear pues aquella bestia dejaba a todos muribundos su paso.

No sabía ni como había sucedido, su mañana había comenzado tan bien pero luego del medio día un anciano llegó alertando sobre "caníbales" que mataban a las personas a su paso, nadie le creyó. Entonces no fue hasta horas más tarde que mientras lavaba los trastes con ayuda de su madre escucharon los gritos de auxilio de las personas en el pueblo, no le dio tiempo de reaccionar cuando vio a su madre tendida en el suelo demacrada como si alguien le hubiera exprimido cada gota dentro.

Tenía la esperanza que algún milagro de las valquirias le ayudara en ese momento pero luego de ser acorralada, sus esperanzas fueron aplastadas. Incluso parecía que su Hamingja la había abandonado como el resto de los Aesir.

Ahora se encontraba corriendo en un intento de salvar su vida, sus orbes azules no sabían ni por dónde ir o que dirección correr en busca de ayuda. Escuchaba los pasos con las corrientes de viento que no ayudaban a calmar el miedo, el terror le privaba de sus sentidos y del pensar, soltó un grito cuando sintió un raspón en el pie antes de caer hacia delante y chocar contra el suelo húmedo de la tierra.

Escuchó sus risas, se estaban burlando de ella esperando en el momento perfecto para matarla.

Soltó unas lágrimas maldiciendo internamente, entonces decidió hacer el último intento de salvarse y se levantó con dificultad antes de seguir corriendo por el inmenso bosque. Ya estaba muy lejos de Gjerde adentrándose ahora a Nigardsbreen, soltó un chillido deteniendo su andar pues al final de su camino había un abismo enorme de altura hacia las heladas olas que habitaban en Noruega. Sollozó sabiendo que sería su final porque se encontraba entre la espada y la pared, escuchó las risas de unos hombres detrás de ella... Dos siluetas aparecieron detrás con sonrisas macabras.

Miró detenidamente el acantilado frente a ella, se mordió el labio interno. No quería siquiera acercarse a esos hombres.

─Ahora eres mía -negó ante las palabras de alguno- fue una suerte no encontrarme con esos Vikingos.

Sollozó más fuerte, las dos siluetas desaparecieron de su campo de visión alertándola. Iba a levantarse para volver a huir pero fue tumbada al piso con fuerza, sintió un ardor en su antebrazo, soltó un grito de dolor mirando unas pequeñas gotas de sangre saliendo como si hubiera plantado agujas. Un dolor le llegó por todo el cuerpo, con un ardor como las mismas llamas del Niflheim provocadas por Niõhöggr. Su vista se fijó nuevamente en el frente aún con dolor se levantó del suelo, los dos hombres la miraron curiosos y burlones pero no esperaron que la muchacha de tan sólo diecisiete años se levantará cogeando y tomando su brazo con fuerza antes de correr para luego dejarse caer por el enorme acantilado.

LUCID DREAM | Alec V.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora